Historias de Camargo Rain

~ Novelas de aventuras

Historias de Camargo Rain

Archivos de etiqueta: paisaje

Foto antigua pintada

06 sábado Jul 2013

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cantabria, España, foto pintada, paisaje, playa del camello, Santander

camello

Esta foto, que data de los tiempos de Maricastaña

(la hice en el lejano año de 1980 sobre negativo Ilford HP5, que era la película que entonces molaba, y la pinté algunos años después durante una preveraniega noche de inspiración mientras contemplaba las estrellas que se veían desde la ventana de la casa del pueblo –entonces vivía en un pueblo aledaño a Madrid, pero pueblo pueblo, nada de acumulación de adosados y bloques con piscina, como los de ahora…),

me parece muy adecuada para ilustrar qué es esto de las «fotos pintadas» y lo que se hacía en aquellos entonces con las manos, cuando no había photoshop ni ordenadores de ninguna clase, que los tiempos han cambiado que es una barbari…

Esta peña es la que preside la playa de El Camello, en Santander, y poco ha cambiado desde la fecha que dije.

Otras fotos curiosas pueden verse en esta dirección:

http://fotosdeespana.wordpress.com/

 

 

Nuevo blog de fotos

30 lunes Ene 2012

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albarracín, aragón, España, paisaje, teruel

Como tengo tal riada de fotos, hace un mes abrí un nuevo blog, también en WordPress, dispuesto a poner paisajes a trisca. No son fotos normales (vamos, quiero decir que no son habituales en esto de internet), sino que están muy curradas, recortadas, iluminadas y demás, algo como lo que se ve arriba, que es una vista general del fantástico pueblo de Albarracín en la provincia de Teruel.

Imagino que a los que les gustan las fotos les interesará, y si queréis pasaros por allí, la dirección es esta:

fotosdeespana.wordpress.com/

Puertochico, Santander (España)

11 martes Oct 2011

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casa de la Austriaca, España, fotos antiguas, paisaje, Puertochico, Santander

Hay un sitio en Santander, en mitad de la ciudad –lo que hoy es propiamente el centro–, al que llaman Puertochico. Antiguamente (hasta los años 50 del pasado siglo) fue el puerto pesquero de la ciudad, y como tal aparece en estas imágenes, que están tomadas desde el edificio de la calle Castelar que se conoce como Siboney. La casa con balcones que aparece en el centro es la última de paseo de Pereda, y bajo esos balcones existía un concurrido café llamado La austríaca, que fue durante muchos años el café por excelencia de esta ciudad. Hoy ya no existe (en su lugar hay un banco).

Estas son tres vistas antiguas del lugar del que hablo, un cuadro y dos fotos. El cuadro lo pintó mi tío el pintor (Carlos Villalva) en 1946, y las fotos las hizo mi padre en 1947 y 1955. En la de 1947 se ve la llegada del pescado durante un día de viento sur (y un tranvía, que también aparece en el cuadro). En la de 1955 se observa cómo ya no hay tranvías, que fueron sustituidos en esa época por los trolebuses que aparecen en la imagen.

Hoy sigue siendo una plaza, pero el ambiente, como es lógico, no se parece en nada a lo que aquí se ve: es una ingente rotonda llena de coches.

Expo fotohigiénica

03 viernes Jun 2011

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alucinación, blanco y negro, carretera, foto pintada, foto rara, foto virada, fotografía, landscape, paisaje, road movie

–

Ahora voy a contar la historia de una exposición que se celebra durante este mes en un lugar escondido de la nunca bastante ponderada ciudad de Cádiz. El bar se sitúa junto al acantilado de los Gigantes y es, como su nombre indica, un sitio harto especial, lleno de redes rotas y desvencijados restos de antiguos navíos. Allí se bebe, se grita, se lee y se piensa, y cuando sube la marea, ¿qué creéis que sucede? Pues nada, porque las mesas y las sillas –y las tarimas que las sustentan– están ancladas a un buen número de toneles vacíos (los que abandona la clientela) y flotan.

Aprovechando la ocasión he puesto fotos de todo, y entre ellas destacan las que van a continuación. Son fotos de carreteras (no de carretera), pero yo creo que dan el pego, y como muestra, valen.

Si vais por allí, no dejéis de daros una vuelta. (Las cervezas las paga cada uno, aunque se admiten invitaciones).

(Nota para no iniciados: las fotos se ven mejor si se hace clic sobre ellas).

Fotos en Panoramio

07 sábado May 2011

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España, fotografía, paisaje

He metido un montón de fotos en Panoramio, que imagino que casi todo el mundo sabe lo que es…, de forma que si queréis ver fotos y fotos (todo paisajes españoles) no tenéis más que ir al siguiente enlace:

http://www.panoramio.com/user/5668229

Bueno, y si preferís verlo como una peli, el enlace es este:

http://www.youtube.com/watch?v=7o-aVaV_Etc

Un lugar en las antípodas

04 sábado Sep 2010

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asturias, españa norte, españa verde, foto, galicia, paisaje

Esto podría ser la Patagonia, o también un rincón escondido de las Indias orientales –el archipiélago malayo, como es sabido–, o incluso algún lejano paraje dejado de la mano de Dios y sito en el mar de Barents o en los ingentes océanos que rodean a las enormes islas de Nueva Zelanda, ¿por qué no?

Este es un lugar cualquiera del planeta Tierra, aunque un lugar privilegiado, pues no hay más que contemplar esa hierba sobre la que te puedes arrojar…

Este es un lugar de las antípodas, pero de las antípodas del espíritu, porque esta foto, en realidad, está hecha en el norte de la España libre de humos y maquinismo, que también existe; un lugar de temperaturas suaves y mar a veces tempestuoso, aunque en la foto no lo parezca; y añadiré que en esa ribera tan sugerente y a propósito para olvidarse de las preocupaciones e irse a dormir, se pescan peces de buen tamaño y se cosechan mariscos de enjundia…

¿Lo he explicado bien esta vez? Me imagino que se me habrá entendido, y es que lugares interesantes hay muchos, sí, pero es preciso molestarse en encontrarlos.

La cordillera cantábrica

16 viernes Abr 2010

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blanco y negro, cantabria, fotografía, landscape, montañas, norte de España, paisaje, Santander

 

La cordillera cantábrica se extiende de este a oeste en el norte de España. Son montañas viejas, muy desgastadas por la erosión y cubiertas de bosques, lo que la convierte en excelente lugar para las excursiones solitarias; en su seno también existen algunos afloramientos calizos muy recientes, como los celebérrimos Picos de Europa, quebradas cumbres de piedra blanca que tanta expectación despiertan entre los turistas. 

Es difícil hacerse una idea de la magnitud de los vericuetos de esta cadena montañosa, que tiene varios centenares de kilómetros de longitud, pero espero que la foto (que se ve mucho mejor si se hace clic sobre ella) contribuya a describir su extrema magnificencia.

Por cierto, lo que se ve en la imagen debe de ser parecido a lo que veían los romanos hace dos mil años, cuando, según Estrabón y otros, se internaron en sus entrañas; es decir, he prescindido de cabañas, postes de luz, carreteras y demás, que no hacen sino nublar el entendimiento y estorbar la recta percepción de lugar tan fantástico.

Escalera al cielo

08 viernes Ene 2010

Posted by camargorain in fotografía

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blanco y negro, comic, cuento chino, fotografía, paisaje

En este blog sólo he puesto fotos, pero hoy, para empezar el año, se me ha ocurrido que voy a poner un cuento, un cuento chino, que dicen por ahí, el cual ilustro con una foto del año catapún que anda rodando por el disco duro.  

 

ESCALERA AL CIELO

Joshua I, de apellido Sagan, sobrino del legendario exobotánico que nunca supo si era hombre o mujer, estaba montado en un globo de aluminio cuando se le ocurrió la idea: mirando hacia abajo las cosas se ven mejor. «¿Y por qué no…?», se dijo. Luego miró hacia arriba, y lo que pudo contemplar hubiera bastado para desanimar a cualquiera: miles y miles de estrellas centelleaban por todas partes. Joshua I no tenía ni idea de astronomía recreativa (ni de la otra), pero como a tantos personajes de los que nos habla la Historia, no le hubiera importado subir al cielo. Cosa curiosa, por otra parte, en un intermediario, como era él.

Aquella noche se lo comentó a su compañera sentimental, porque Joshua I tenía compañera sentimental. Él no sabía que eso de tener compañera sentimental es una horterada de tomo y lomo, pero hay usos y costumbres que se extienden como la mala hierba. Le dijo,

–Me parece que sé cómo se puede hacer una escalera al cielo. ¡Menuda obra…!

Su compañera sentimental ni le contestó. Lo primero, que no estaba el horno para bollos, con tanto viaje en globo y tanta historia, y lo segundo, que la conversación la distraía de algo mucho más importante, una cosa que se veía en la televisión, una cosa toda llena de floripondios y lentejuelas como las de los viejos tiempos. Dio un suspiro y se recostó en el sofá del otro lado. ¡Qué tonterías había que oír! Una escalera al cielo… Para acabar de arreglarlo, recordó que ahora andaban diciendo por ahí que las máquinas iban a sustituir a las personas, ¡por Dios!

La compañera sentimental de Joshua I lo había comentado una vez con una amiga.

–¿Tú crees que eso de que las máquinas van a sustituirnos puede ser verdad?

La amiga de la compañera sentimental de Joshua I era medio boba.

–¿Cómo dices…?

La amiga de la compañera sentimental de Joshua I estaba mucho más interesada en la boda del príncipe Ruperto.

–No, que si tú crees que eso de que las máquinas van a sustituirnos puede ser verdad.

–¡Ay, Jesús, qué barbaridad!

Joshua I, desde que tuvo la idea, no paraba. Él tenía, por oscuras razones de las que nunca hablaba a nadie, mucha mano con el gobierno regional. Se dedicaba a las contratas, y a veces, cuando escaseaba el trabajo, hacía de intermediario. Los jueves por la noche solía acudir a unas reuniones medio secretas que se celebraban en una casa de lenocinio electrónico que había en las afueras, justo al lado del nudo que comunicaba las autopistas, y a las que también solían acudir algunos subsecretarios. Una vez le habían presentado a un ministro, pero a él le gustaban más los subsecretarios. Eran, ¿cómo diría…?, más dúctiles.

–Don Carlos…, qué…, ¡vaya moza que llevaba usted el otro día!

Don Carlos, que llegaba directamente del Congreso Regional, le dedicó una amplia sonrisa al pasar. Era simpático aquel Joshua I, se fijaba en todo, pensó, habría que darle algo este semestre… Sí, tendría que hablar con su secretario.

Joshua I, en realidad, estaba haciendo méritos, que era lo suyo. Pagaba cuentas de botellas que ascendían a cantidades astronómicas, y si la cosa se terciaba, también algún polvo electrónico extra; todo servía. Eso sí, cuando aparecía por el ministerio se prodigaban las sonrisas y apretones de mano; hasta los ujieres habían oído hablar de él. Aquella mañana se animó a entrarle al ayudante del subsecretario, un zascandil con ojos de mochuelo que le había chuleado una historia con una rubia más bien basta dos semanas antes.

–Eso que usted me cuenta… –le había contestado mirándole fijamente–, nos interesa, sí, nos interesa. ¿Y cuánto ha dicho usted que…?

–Unos trescientos millones, don Ferrari. Los estudios preliminares, unos trescientos millones.

Aquello de don Ferrari no era ningún apodo despectivo, como pudiera parecer; Joshua I no era tan tonto como para tener una metedura de pata de semejante calibre. La especie había sido alimentada por el propio don Ferrari, quien, en el cenit de sus borracheras, solía recordar a quien quisiera oírle que él, cuando joven, había tenido un Ferrari. (Y dos Porsches, añadía, uno rojo y otro azul). Luego los más cercanos comenzaron a conocerle por aquel nombre, y el apodo tomó carta de naturaleza. Aunque sólo dejaba usarlo a los allegados, Joshua I lo era, ¡vaya si lo era!, y por el cariz que estaba tomando el asunto, interesaba que siguiera siéndolo.

Al ayudante del subsecretario le entró una cierta aprensión. Como no tenía ni la más remota idea de lo que era un ascensor espacial, preguntó cautelosamente,

–¿Puedo hablar de esto con el ministro?

A Joshua I se le abrieron las puertas del cielo.

–Por Dios, don Ferrari… ¡Usted mismo!

La siguiente vez que se vieron fue en el reflexólogo. El ayudante del subsecretario estaba radiante.

–¡Muy bien, don Joshua, muy bien! ¡El ministro está muy contento! Ha dicho que cree que esto puede llevarnos lejos…

A continuación los acontecimientos se precipitaron, no era para menos. Primero fue una comisión de servicios la que se encargó de todo, y luego los periódicos, sobre todo los de casa, empezaron a hablar del tema. Por fin el Gobierno Mundial tomó cartas en el asunto, pero para entonces el ministro, el subsecretario, el ayudante del subsecretario y Joshua I habían creado una sociedad fantasma que construía chalets de dos plantas y operaba desde las Malabares. Joshua I había soñado a veces con dirigir la faraónica obra, que para algo era aparejador, pero bueno, se conformaba. En el intermedio hubo una época difícil porque un escandalillo político creado por la oposición (¡aquellos hijos de perra!) amenazó con hacer saltar al gobierno, pero el ministro, que después de tantos años se las sabía todas, contrató los servicios de una agencia de publicidad que puso las cosas en su sitio. El colíder de la oposición salió escaldado de aquella, vaya si salió… Tardaría años en olvidarlo, y eso si su carrera política no se arruinaba definitivamente.

–Ahora… ¡a vivir! –le dijo el ayudante del subsecretario una vez que se lo encontró en «La gata muónica», la casa de lenocinio electrónico donde Joshua I volvió a pagar aquella noche, aunque entonces ya no le importaba como antes.

–Bueno –pensó–. Todo sea por San Dieciséis por ciento.

La compañera sentimental de Joshua I, al final, estaba hasta interesada.

–Y, ¿tú crees que esto nos llevará lejos?

Joshua I, ya lo dijimos, seguía sin tener ni idea de astronomía recreativa, ni de la otra; lo suyo eran las comisiones. ¡Quién se lo iba a haber dicho a él! ¡Tantos años de intermediario y sin haberse dado cuenta de lo de las comisiones…!

El Gobierno Mundial era extremadamente activo. Lo primero que hizo fue preparar a lo que desde antiguo se conocía como «opinión pública». El «Hollywood del siglo XXI», ahora sito en algún lugar de Extremo Oriente, se encargó de ello. Lo que se acabó conociendo como «Saga de los planetas» fue una serie de seis películas en 3D que, durante lustros, ostentaron el record de recaudación. Además, Mariquilla S., aquella actriz mexicana, comenzó allí su meteórica carrera… Luego derogó unas leyes que le impedían tomar unas patentes como propias –sí, aquel hilo de diamante era el material adecuado…– por lo que el inventor puso el grito en el cielo, pero un país africano, que casualmente era el mayor productor de diamantes, se encargó de hacerle entrar en razón, y por último hubo que buscar el lugar adecuado. No podía estar en el ecuador debido al efecto coriolis, ni en cualquiera de los polos por razones obvias, pero al final se encontró una solución a gusto de casi todos: lo instalarían en la línea de cambio de fecha, a unos veintisiete grados de latitud sur, cerca de las islas Samoa. Aquello quedaba en mitad del Pacífico, y así, si había un accidente… Joshua I fue una vez a ver las obras y se llevó con él a su compañera sentimental, que por aquel entonces había criado unos muslos que parecían jamones.

–Papá, papá –decía entusiasmado el niño que habían tenido unos años antes–, ¿y tú crees que eso aguantará?

Joshua I miró a su hijo. No se podía negar que hablaba igual que su madre, pero, en cuanto a lo suyo, Joshua I no se hacía muchas ilusiones. Las mujeres, ¡eran tan falsas…!

De todas formas, el niño tenía razón. A Joshua I, que depositaba una confianza ilimitada –como buen técnico que era– en las obras de ingeniería, se le humedecieron un poco los ojos cuando lo pensó. Sí, aquella línea azul que subía hacia las estrellas y se perdía a lo lejos era realmente impresionante… ¡Y pensar que él había sido el descubridor…! Joshua I durmió aquella noche a pierna suelta en el Gran Holiday Hilton de Samoa, y soñó que le ponían una condecoración con una cinta azul y muchos dorados y piedras de colorines.

El Presidente del Gobierno Mundial, un chino medio calvo que se echaba el único mechón de atrás hacia adelante, lo inauguró unos años después. Aunque escasamente llegaba a la media centena, parecía un viejecillo, pero es que aquello del poder, ¡quemaba tanto…!

–… este gran paso de la Humanidad… (y bla bla bla) –dijo con su voz ligeramente cascada, y durante algunos meses la Humanidad se dedicó a celebrarlo.

¡Qué otra cosa iban a hacer, cuando el trabajo, el inmemorial castigo bíblico, estaba casi desapareciendo…! Luego el ascensor espacial se convirtió en un objeto de uso cotidiano, y con el transcurrir del tiempo la gente llegó a olvidar que durante muchos siglos aquel había sido uno de sus sueños más perseguidos.

Paisaje medieval

17 jueves Dic 2009

Posted by camargorain in fotografía

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catedral, foto pintada, guadalajara, landscape, paisaje, plaza del ayuntamiento, sigüenza

La Edad Media

Todavía es posible encontrar en España ecos del pasado, y de un pasado bastante remoto, además, pues esta foto podría datar del siglo XII. Es la catedral de Sigüenza vista desde los arcos de su ayuntamiento, y por supuesto que delante había aparcados cinco o seis coches, incluida una furgoneta. También había una papelera y unos carteles que desentonaban, pero, gracias a la máquina por excelencia, esos aditamentos del tiempo han desaparecido y podemos contemplar en toda su crudeza la magnificencia de una época que fue harto sombría. 

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