Historias de Camargo Rain

~ Novelas de aventuras

Historias de Camargo Rain

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GRATIS: La aventura parte tercera

01 lunes Abr 2019

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amazon kindle, Camargo Rain, fotografía en blanco y negro, fotografía en color, fotos de españa, la aventura de las luces azules, literatura española del siglo XXI, paisajes españoles

Desde hoy, 1 de abril, hasta el 5, viernes, para celebrar la primavera, que parece que viene buena, se puede descargar GRATIS este libro: https://www.amazon.es/dp/B07P2P775Y

Se trata de la tercera parte de la grandiosa aventura de las luces azules, cuando la negra está en el fondo del mar, Eduguá se compra un catamarán sumergible y el cachalote habla con los extraterrestres de cosas que sólo entienden los ilustrados. 

Esto por lo que se refiere al libro, pero además

traigo también unos

LUGARES PARA PASAR EL RATO

 

Película sobre la España actual que se puede ver aquí: https://youtu.be/1fenD06sYyc

 

Lo mismo, pero las fotos en sí, sin película (y sin música), también se pueden ver: AQUÍ.

 

Otros paisajes españoles diversos pueden verse AQUÍ.

 

Y además ESTO, que es sólo para elegidos.

 

 

La España actual

16 miércoles Ene 2019

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España es como un árbol viejo al que le pesaran las ramas; hay que podar.


LUGARES PARA PASAR EL RATO

Película sobre la España actual basada en contrastes que se puede ver aquí: https://youtu.be/1fenD06sYyc

Lo mismo, pero las fotos en sí, sin película, también se pueden ver: AQUÍ.

Otros paisajes españoles diversos pueden verse AQUÍ.

Y ESTO, que es sólo para elegidos.

 

El estado de las cosas

20 jueves Dic 2018

Posted by camargorain in fotografía

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Últimamente está la cosa muy chunga, puesto que la literatura (al igual que ha sucedido con la música, la pintura, el cine…) ha caído en manos de empresas a las que no interesa en absoluto la vertiente que podríamos llamar artística de estas actividades, sino sólo lo que atañe al rendimiento económico. Resultado: lo que tenemos hoy. No hay música, sino 40 principales. No hay libros divertidos escritos por personas que conozcan el oficio, sino 40 criminales. No hay cine, sino una pelea de chisgarabís por las subvenciones… Y así sucesivamente. Poco podemos hacer, excepto resignarnos, pero yo voy a anunciar aquí algunas lecturas que a lo mejor (por lo menos) os divierten. Se podría hablar de Narraciones históricas y de Narraciones contemporáneas, puesto que hay novelas que suceden en la actualidad y otras que están ambientadas en siglos anteriores. La Edad Media, la época de los romanos, la prehistoria, la edad moderna, el siglo actual e incluso un poco de futurismo… lo podéis encontrar en ESTA PÁGINA.

Aviso a navegantes: También hay un libro de cocina y un manual para enseñar a hacer fotos como se hacían antiguamente, pero el resto son novelas de aventuras como las que he pintado más arriba. Todo es muy barato y, al menos, pasablemente escrito.

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Ahora otra cosa completamente distinta:

LUGARES PARA PASAR EL RATO

Película hecha con fotos y basada en contrastes, como agua, cerveza; costa luminosa, costa nublada; lugar acuático, lugar polvoriento…, y así sucesivamente, se puede ver aquí: https://youtu.be/1fenD06sYyc

Lo mismo, pero las fotos en sí, sin película, también se pueden ver: AQUÍ.

Otros paisajes españoles diversos pueden verse AQUÍ.

LA AVENTURA: segunda parte GRATIS AQUÍ

30 viernes Nov 2018

Posted by camargorain in fotografía, literatura

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Desde el 30 de noviembre, viernes, hasta el 4 de diciembre, martes, se podrá descargar GRATIS (et amore) la segunda parte de La aventura de las luces azules, la titulada Rondeau. En este libro continúan narrándose las aventuras de Eduguá, la negra y el cachalote del océano Atlántico, personajes que, merced al paso del tiempo, se van aproximando al desenlace que el futuro les tiene guardado. Eduguá vive la juventud (y todo lo que ello conlleva); la negra, no sin fortuna, emigra a los Estados Unidos, y el cachalote, en perpetua observación de fenómenos que no están a nuestro alcance, se establece como patriarca sobre las aguas y funda su propia manada. Al fin, ¿qué sucederá? ¿Llegarán a encontrarse y conocerse?

Esto será materia de la tercera parte (Scherzo allucinante) y sobre todo de la cuarta (Andante con moto e finale), episodios cuyos títulos ya indican las previsibles complicaciones e irán apareciendo durante los próximos meses.

El que, durante los días que se dice más arriba, quiera bajar gratis este episodio, puede hacerlo aquí:

https://www.amazon.es/dp/B07JQP1SVS

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Ahora otra cosa completamente distinta y que no tiene nada que ver con lo anterior (aunque también gratis):

Esta es una película hecha con fotos y basada en contrastes. Por ejemplo: agua, cerveza; costa luminosa, costa nublada; cuadriláteros, redondeles; lugar acuático, lugar polvoriento…, y así sucesivamente.

Se puede ver aquí: https://youtu.be/1fenD06sYyc

Lo mismo, pero las fotos en sí, sin película, también se pueden ver: AQUÍ.

Y otros paisajes españoles diversos pueden verse AQUÍ.

Y ya, puestos a tratar de fenómenos extraños, los interesados en novelas de aventuras pueden mirar AQUÍ.

 

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO; capítulo 5,2 y FINAL

21 lunes Mar 2016

Posted by camargorain in blanco y negro, fotografía

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acuarelas, fotografía en blanco y negro, fotos pintadas, fotos retocadas, lápices de colores

CAPÍTULO 5,2: Pinturas y retoques

FOTOS PINTADAS

Desde siempre, es decir, desde el principio de la historia fotográfica, multitud de fotógrafos han pintado sus fotografías en blanco y negro de muy diversas maneras. El sistema más utilizado de las que se colorearon en la antigüedad (siglo XIX y principios del XX) consistía en acuarelarlas, aunque también se aplicaran óleos sobre su superficie; es decir, se siguieron los métodos entonces en boga para pintar cuadros. Sin embargo, con la llegada de los nuevos tiempos y la difusión de herramientas más modernas, lo que sucede durante la segunda mitad del siglo XX, otros elementos entran en escena, en especial los rotuladores, rotrings, bolígrafos, etc., y los aerógrafos y espráis.

Una fotografía se puede pintar de cualquier manera, es únicamente cuestión de fantasía e imaginación, pero aquí mencionaremos los tres sistemas más habituales.

El primero consiste en acentuar sobre su superficie, ateniéndonos a los contornos que nos marca la foto…

(el horizonte, por ejemplo, o el perfil de las montañas, o los rasgos de un retrato, la boca, los ojos…, así como cualquier entramado que presente, como podría ser la corteza de un árbol, la superficie del mar, etc.),

… trazos de cualquier tipo, ya sea con lápices, lápices de colores, rotuladores, rotrings…, o lo que es lo mismo, cualquier herramienta capaz de dibujar una línea. Muchos retratos se perfilan de esta manera, en especial sobre superficies mates, intensificando con lápices de color los rasgos más sobresalientes, lo que constituye una práctica muy antigua.

A continuación se pueden ver unos ejemplos de fotografías pintarrajeadas con líneas, que en ocasiones les prestan aspectos sobremanera fantásticos.

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Una segunda técnica se basa en rellenar con tintas de colores suaves las partes claras de la fotografía, las luces. Por ejemplo, la piel de la cara en un retrato o los cielos blancos de las fotos en blanco y negro, que tan feos quedan y se pueden mejorar con un color azul añilado. Es difícil conseguir una impresión completa de realidad, para lo que habría que degradar los colores (aunque esto también se puede conseguir si no se hace todo de una vez sino que se dan varias manos), pero el resultado no deja de tener su gracia.

 (Luego, con un algodón o un pincel mojados en agua, se saca parte de ese color en los lugares oportunos, y el resultado final de semejantes manejos simularán tenues nubes en el cielo…)

 Esto se suele llevar a cabo con acuarelas y pinceles, aunque cualquier tinta soluble en agua sirve, como las que se utilizan en pastelería para teñir las tartas, e incluso las de los rotuladores (las que tienen dentro), una vez diluidas y aplicadas con trozos de algodón; eso sí, con bastante agua.

La tercera de las técnicas que se pueden aplicar a la pintura de fotos es la que hace uso de espráis y aerógrafos. Para ello se salvan con cartulinas recortadas las zonas que no queramos pintar, y aplicamos suavemente y a distancia la pintura sobre el resto, manera de la que se pueden conseguir perfectos degradados y transparencias Los que dominan esta habilidad consiguen algunos efectos fantásticos.

Y, por supuesto, se pueden superponer varias de estas formas de pintar sobre la superficie de una misma fotografía. Una vez iluminada (ya sea con tintas, acuarelas, ceras, etc.), a continuación se realzan las líneas con lápices o rotuladores, lo que suele dar bastante relieve y entidad a la foto acabada.

Lo dicho hasta aquí se puede aplicar a cualquier tipo de superficie, brillante o mate, pero los resultados más correctos, en mi opinión, se consiguen trabajando con ceras y lápices de colores sobre superficies mates (puesto que esta técnica no funciona en las brillantes).

Un detalle fundamental que hay que advertir de antemano, es que las fotos coloreadas quedan mucho mejor si la copia sobre la que se trabaja está previamente virada en sepia, y aún mejor si es de acabado mate y resulta suave a la vista. Sobre esta clase de fotografías, trabajando con goma de borrar, ceras y lápices de colores, y emborronando frecuentemente los trazos con los dedos, se pueden conseguir resultados realmente curiosos.

El motivo de que las fotos viradas (marrones o, mejor, amarillentas) sean más adecuadas para pintarlas una vez acabadas, deriva de lo que en pintura se llama entonación. Si usted ha observado alguna vez un pintor en plena faena, habrá advertido que sobre la paleta no ha extendido un arco iris de colores, sino que se limita a dos o tres básicos (suelen ser blancos, tierras, algún azul…), y con ellos, a fuerza de mezclas, consigue casi todos los matices que la escena requiere. En una fotografía sucede lo mismo. Si con rotuladores de colores vivos nos entretenemos en iluminar una foto en blanco y negro, lo que al final tendremos será una confusión de tonos chillones que resultará desagradable a la vista. Podrá parecer armónica en alguna ocasión, pero eso sólo sucederá muy de vez en cuando y por casualidad. Para evitarlo, lo mejor es partir de un original que ya tenga un color de fondo, como son las fotos sepias, cuyo tono general cálido nos obliga a adaptar a él los colores. Sobre una de ellas quedan muy bien los amarillos, los rosáceos, los verdes…, en especial los tonos suaves.

¿Quiere esto decir que hay que rechazar lo diametralmente opuesto? De ninguna manera, pues con colores vivos también se pueden conseguir magníficos resultados, aunque sea más difícil y haya que acudir a las reglas de entonación de color, que se pueden consultar en manuales y, por supuesto, en Internet.

¿Y qué ocurre, por tratarlo todo, si una vez mediada la sesión de pintura queremos eliminar esta? Las acuarelas, tanto en acabado brillo como mate, no presentan problemas, pues basta con lavar la foto con agua hasta que los colores desaparezcan, y luego dejarla secar. Los lápices y las ceras se limpian con goma de borrar (de las fotos mates), y prácticamente no dejan rastros, pero de los trazos de otros marcadores, como rotuladores de colores oscuros, en especial si la tinta es concentrada y las líneas gruesas, cuesta más deshacerse. Los trazos de rotuladores que utilizan algún disolvente orgánico como diluyente (los que huelen), suelen desaparecer si se los frota con un algodón impregnado en alcohol, aunque pueden dejar marcas, y los rasgos de plumas y plumillas, y también los de rotring, no se pueden quitar de ninguna manera, y además rayan las fotos. En último caso se desecha la copia, se hace otra y se vuelve a empezar.

 

Si el lector quiere ver algunas de esas fotos pintadas, puede ir a esta dirección, en donde hay unas cuantas:

https://docs.google.com/presentation/d/1GAgQzPKCVdz8rDSSNjiFXx8P1qg3KAQxL-NSW4T3JWI/

 


 

RETOQUES

Un aspecto de la pintura sobre copias fotográficas es la que atañe a los retoques. En ocasiones, por mucho cuidado que pongamos, es inevitable que los negativos se manchen o estropeen, lo que se debe a multitud de causas. Por ejemplo, suciedad, tierra, partículas en suspensión, etc., que vienen en el agua del lavado; o también, polvo que se queda pegado a la emulsión durante el secado, o incluso daños mecánicos (rayaduras, etc.) que se producen durante su manipulación o debidos a un almacenaje inadecuado.

Cuando se amplían estos negativos los defectos se aumentan prodigiosamente, y a veces nos encontramos con copias que presentan un aspecto lamentable: un rayón por aquí, un montón de puntos blancos por allá… Para corregir estos defectos se recurre a los retoques.

Retocar una foto consiste en pintar sobre su superficie puntos y líneas que disimulen estas imperfecciones, lo que se consigue de dos maneras.

Si el acabado es brillante hemos de recurrir a rotuladores de agua y color gris (son los mejores) para disimular las faltas de color blanco. Los rotuladores deben ser finos, incluso muy finos, y preferiblemente algo gastados, pues es preferible dar varias manos a los defectos en cuestión e ir observando lo que sucede, que intentarlo de un solo trazo, que nunca igualará con lo que le rodea.

Si los puntos y rayas que vemos son negros u oscuros sobre fondo claro (caso de las rayaduras en la emulsión), se retocan peor, pero también puede hacerse con ayuda de unas acuarelas de diferentes densidades de gris que, expresamente para ello, venden en las tiendas de fotografía. Se aplican con agua y pinceles muy finos, y si ponemos el debido tesón y cuidado, en seguida conseguiremos resultados aceptables.

Si lo que tenemos que retocar son fotos de acabado mate, lo tenemos más fácil, pues basta con un simple lápiz (mejor blando), una goma de borrar, una cierta habilidad y bastante paciencia para deshacernos de cuanta manchita blanca se presente ante nuestros ojos. Las oscuras sobre fondo claro son otro cantar, y para eliminarlas hay que utilizar las acuarelas citadas.

Si las copias que tenemos que retocar están viradas, ya sea en un color u otro, como es lógico deberemos utilizar pinturas o lápices que igualen ese color, pero esto es fácil de hacer y no exige otra cosa –como ya se ha dicho– que paciencia, mucha paciencia. De esta forma, y si se pone suficiente empeño, ¡a lo mejor hasta nos convertimos en artistas del retoque!

 


 

CAPÍTULO 6

FINAL

Aquí acabamos esta historia. Hemos aprendido varias cosas y voy a repetir las más importantes, a saber:

1/ Revele los negativos con todo cuidado, son sus originales, y no se olvide de hacer la prueba de la gota cada vez que revele uno; de lo contrario, lo lamentará.

2/ No manipule los negativos en vano. Manténgalos siempre en sus fundas, estas en cajas, y todo ello guardado lo mejor posible. Así le durarán más. Si quiere ver fotos, o buscar alguna determinada, utilice sólo las hojas de contactos.

3/ Numere y feche los negativos y contactos para ejercer un control lógico sobre el archivo.

4/ Haga todo tipo de pruebas al hacer copias. Más vale dedicar una hoja de cada sobre a ello, que perder medio sobre por no hacerlo; sale mucho más barato y aprenderá antes.

5/ Las copias acabadas se pueden virar a multitud de tonos, e incluso pintar, con lo que sus amistades quedarán impresionadas.

6/ Diviértase. Si se aburre, o todo esto le parece muy complicado y farragoso, cambie de actividad.

 

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO; capítulo 5,1

04 viernes Mar 2016

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fotografía en blanco y negro, virado azul, virado sepia, viradores, virados

CAPÍTULO 5,1

OTRAS MANIPULACIONES (POSTERIORES) SOBRE LAS COPIAS YA ACABADAS:

VIRADOS


 

LOS VIRADOS

Se dice que se vira una foto en blanco y negro cuando se cambia el color negro (y gris, por lo tanto; los blancos permanecen inalterados) por otro a nuestra elección, siempre dentro de las limitaciones que determinan estos productos químicos. No hay una paleta continua sino que hay que atenerse a varios colores básicos, pero si se sabe hacer, se pueden conseguir muchas tonalidades diferentes.

Los viradores, en principio, no sólo no estropean las fotos o disminuyen su vida, sino todo lo contrario. Si se quiere conservar eternamente una fotografía, lo mejor es virarla a fondo con un virador sepia (de sulfuro de sodio) o de selenio. Sin embargo, para conseguir los mejores resultados visuales es preferible no hacerlo a fondo sino sólo de una manera parcial. De esta forma las copias quedan algo inestables pero el resultado es mucho más artístico y, ¿a quién le interesa ver la misma foto durante más de 20 años? Además, y como venimos diciendo a lo largo de este escrito, si el negativo está bien revelado, fijado y lavado, siempre lo tendrá disponible para hacer una nueva copia.

 

VIRADOR SEPIA

El virado por antonomasia es el virado sepia. Es el de las fotos que llamamos antiguas, aunque en muchos casos este efecto no se debe a ningún virado sino a deficientes lavados, sumado a que han pasado muchos años, y las fotos mal lavadas amarillean con el tiempo. Con él se consigue colorear los grises de tonos que van del marrón al amarillo, dependiendo de la concentración del virador. (Virador, en el virado sepia, es el segundo líquido; al primero de los que vamos a usar le llamamos blanqueador). En el mercado existen ya preparaciones específicas para ello. El virador sepia más común es de la marca Tetenal. Las soluciones de trabajo, es decir, los líquidos ya diluidos, pueden guardarse durante mucho tiempo y reutilizarse hasta que se agoten, en cuyo caso se añade más concentrado a lo que ya tenemos, o se tiran y se prepara otro.

Este proceso se efectúa a plena luz (lo que es de agradecer porque la luz roja, a la larga, cansa bastante), al lado de un grifo (en un fregadero, por ejemplo) porque continuamente hay que lavar las copias, y sólo con dos cubetas. Utilice para el blanqueador (es un líquido amarillo) la que habitualmente usa para el revelador, y para el virador (líquido transparente y maloliente, aunque no es venenoso en absoluto) la que usa para el baño de paro.

Para conseguir los mejores resultados, diluya el blanqueador mucho más de lo que dice el folleto de instrucciones. Por ejemplo, 50 partes de agua por cada una de líquido concentrado. (En este caso para hacer un litro de blanqueador sólo necesitará 20 cc de concentrado; use la probeta para medirlo). Prepare una botella para poder guardarlo y rotúlela como Virador 1. Eche el líquido en la cubeta rotulada como rev, es decir, la que utiliza habitualmente para el revelador de papel. Observará que es un líquido amarillo, y –esto se lo digo yo– evite meter los dedos en él; si los tiene que meter tampoco pasa nada, pero evítelo en la medida de lo posible; utilice las pinzas para meter y sacar las fotos. Y no olvide que estos frascos, y todos los demás, deben estar fuera del alcance de los niños.

Diluya el segundo líquido (en la botella suele poner toner) en una proporción similar o aún menor; digamos, 10 cc para un litro de agua. Prepare otra botella y rotúlela como Virador 2. Este líquido huele acusadamente a huevos podridos (lógico, puesto que se trata de sulfuro de sodio), pero no es malo para la piel sino todo lo contrario; de hecho, en algunos balnearios para afecciones cutáneas hay piscinas de aguas sulfuradas que están llenas precisamente de él. Échelo en la cubeta rotulada como paro (la del baño de paro) y proceda.

 

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Foto en blanco y negro para ser virada

BLANQUEADO

Se sumerge la copia a virar (da igual que esté seca o mojada) en el primero de los líquidos, el de color amarillo. Al principio no sucede nada, pero luego observamos que la foto se va, poco a poco, blanqueando. (La velocidad de esta parte del proceso depende sobre todo de la concentración del líquido; debe tardar de 3 a 5 minutos, y si se blanquea excesivamente rápido los resultados finales no son tan buenos). Va perdiendo tonos; primero los grises más tenues, luego los medios (que en vez de desaparecer se convierten en pardos), y por fin ataca al negro. Si se deja continuar el proceso la foto se borra del todo, lo cuál es fatal para el resultado último.

Si el blanqueador está recién hecho, es decir, es muy activo, el proceso de borrado (blanqueado) se produce de manera rápida, y ante ello hay que estar prevenido.

Esto es importante: no se debe dejar que la copia se blanquee del todo, sino que antes de que comience a actuar sobre las zonas negras es preciso interrumpir el proceso, lo que se consigue sacándola de la cubeta y pasándola por agua corriente. Esto es cuestión de segundos, pues basta con colocarla debajo del agua del grifo hasta que desaparezca por ambas caras el color amarillo del líquido.

 

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La misma foto tras ser blanqueada

VIRADO: CONSIDERACIONES PREVIAS

Ahora la copia está blanqueada y, por lo tanto, preparada para ser virada, lo que se consigue introduciéndola en el segundo líquido, que ya tendrá en la cubeta rotulada como paro…, pero cuidado.

Antes de hacerlo lea estas líneas, porque de repente todos los tonos que habían desaparecido en el blanqueador van a aparecer de nuevo como por arte de magia, sólo que de diversos matices y tonalidades, algo entre marrón oscuro y amarillento dependiendo de varios factores:

1/ la concentración de este segundo líquido (el virador o toner), y

2/ la cantidad de revelado que tuviera la copia antes de ser blanqueada, cantidad que a su vez depende de otros dos factores, a saber:

1/ el tiempo de exposición que tuvo la copia bajo la luz de la ampliadora, combinado con

2/ el tiempo de revelado, o sea, el tiempo que ha estado revelándose en la cubeta del revelador.

 (Habría que hacer mención también de la concentración, de la temperatura e incluso de la clase de revelador, puesto que hay reveladores más o menos duros. Sin embargo, con objeto de simplificar supongamos que ha usado usted Neutol o cualquier otro revelador común, y que la concentración ha sido la usual: 12 partes de agua por 1 de Neutol concentrado).

 

Los valores para estas variables –tiempo de exposición y tiempo de revelado cuando se hizo la copia– que dan tonos más agradables a las copias al ser viradas (más amarillentos, pero esto es cuestión de gustos) podrían ser:

un poco más del tiempo correcto de exposición para que la foto en blanco y negro saliera bien equilibrada de grises (si este valor fuera de 10 segundos habría que darle 15, más o menos),

y algo menos del tiempo correcto sumergida en el revelador. Si lo habitual es tenerlas en este líquido (el revelador) de 3 a 4 minutos, convendría mantenerlas en él tan sólo de 2 a 3, teniendo en cuenta siempre que tras el revelado los negros deben aparecer como negros (lo que en términos fotográficos se expresa como que los negros deben haberse cerrado), y no como grises oscuros. Si no, al blanquear antes de virar perderá mucho contraste, efecto indeseable.

Y debemos añadir, respecto a qué clase de fotos son las que quedan mejor una vez viradas, que para conseguir mejores tonos finales se debe usar papel con un grado de contraste mayor que el que usaría si la foto no se fuera a virar; es decir, si la foto queda bien en blanco y negro con papel de grado 2 de contraste –por ejemplo–, para conseguir los mejores resultados tras el virado, cópiela en papel de grado 3.

 

Los párrafos anteriores, que habrán aterrado a más de uno (o de una), son absolutamente literales. Si algo se aprende cuando uno vira sus copias es que este proceso es, aparentemente, incontrolable. Puede usted repetir una foto determinada y controlar de una forma exhaustiva todas las variables…

(siempre el mismo papel; el mismo tamaño; el mismo revelador a la misma concentración y la misma temperatura; el mismo tiempo de exposición y el mismo de revelado, etc., etc., etc.)

… y descubrirá que, tras virarlas, NO son exactamente iguales. Esto se debe a que en la práctica es imposible controlar todos estos valores al cien por cien, dándose siempre pequeñas variaciones en ellos, aparte del hecho de que la concentración de este segundo líquido (el primero, el blanqueador, influye poco) también afecta al resultado final, pues se da la circunstancia de que según vamos virando copias la concentración va disminuyendo, puesto que metemos en él copias mojadas, o lo que es lo mismo, añadimos agua.

 

VIRADO PROPIAMENTE DICHO

Como puede que esté usted a punto de tirar la toalla y dejar los virados por imposibles, haremos caso omiso de todas las consideraciones anteriores, por lo menos de momento, y pasaremos al terreno práctico.

Sumerja la copia ya blanqueada en el líquido maloliente y observe qué sucede. Los tonos que habían desaparecido aparecen en colores parecidos al marrón, más o menos oscuros dependiendo de si los grises de que derivan eran más o menos oscuros. Cuando le guste su aspecto apresúrese a sacarla del líquido y póngala debajo del chorro de agua porque el proceso no se corta de golpe; en este sentido, es recomendable sacarla un poco antes, pero esto es ya cuestión de práctica. Lávela hasta que el olor a sulfuro de sodio desaparezca (un minuto o dos).

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Virada a fondo (los tonos marrones suelen tirar a rojizos).

Si los resultados le parecen buenos ha acertado, pero si le parece que ha quedado demasiado oscura, o los tonos marrones demasiado marrones, que suele ser lo que más a menudo sucede, puede rebajar la concentración de este líquido añadiendo agua por el procedimiento más fácil y rápido: poner la cubeta debajo del grifo durante un momento. De esta forma, el proceso será más lento y manejable y las siguientes que vire quedarán más suaves.

A continuación vire otra copia y compare. Probablemente los marrones ya no son tan densos, e incluso es posible que consiga algún semitono (zonas de las fotografías en donde algún gris se ha convertido en un tono plano), que resultan muy agradables a la vista…

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Virada con el virador más diluido. Obsérvese que queda más amarillenta

Y esta es toda la mecánica del virado sepia. Como se ve, en realidad es muy sencillo y las copias mejoran su apariencia notablemente (en algunos casos, no en todos: hay fotos que están mucho mejor en blanco y negro). Sin embargo, y esto lo descubrirá usted mismo en cuanto coja un poco de práctica en semejantes menesteres, los mejores resultados se alcanzan con el tiempo. Experimente con estos líquidos cambiando sus concentraciones y vire fotos de diferentes densidades, muy oscuras o muy claras, muy reveladas o, a la inversa, muy poco reveladas. Observará que los resultados son totalmente diferentes en unos casos y en otros.

 

VIRADOR AZUL

Sin embargo, no todos los viradores son sepias. También hay, como más accesibles, el virador azul, que torna azules las fotos, y el virador oro, que da tonos rosáceos e incluso rojizos, y lo que es más, que se pueden mezclar entre ellos. Esto de las mezclas es muy interesante y se consiguen resultados sumamente curiosos, pero lo dejaremos para el final. Hablemos ahora del virador azul.

Esta clase de virado también está disponible en el mercado. Se prepara según las instrucciones adjuntas pero conviene diluirlo más (añadir más agua) que lo que dice el prospecto. Una solución de trabajo interesante (me refiero al virador azul de la marca Tetenal) podría ser la conseguida con 400 cc de agua y 25 cc de cada frasco que viene en el envase; como los frascos son tres tendremos 475 cc (casi medio litro) de solución, cantidad suficiente para trabajar en cubeta. La solución de trabajo se puede guardar en una botella rotulada (para saber qué es, aunque su aspecto es inconfundible porque, aunque al principio es amarilla, como el blanqueador del sepia, en seguida se vuelve azul) y usarla varias veces, aunque no dura mucho tiempo en buenas condiciones.

Es un virado de un solo baño y también se hace a plena luz. No obstante, un blanqueado final con el blanqueador del virador sepia (el líquido amarillo) conseguirá sacar azules mucho más interesantes. Este virador (el azul) mancha mucho las cubetas, pero dado que lo que mejor disuelve estas manchas es el fijador común y corriente, utilice esta cubeta para ello; así, las posibles manchas desaparecerán cada vez que eche fijador en ella.

El procedimiento podría ser algo así: prepare el líquido, échelo en la cubeta que use para el fijador y sumerja la foto. Este líquido tarda en actuar, dependiendo de su concentración, entre 2 y 5 minutos. Cuando vea que se ha alcanzado la tonalidad deseada, porque el efecto es progresivo, saque la foto y lávela con abundante agua (fría) hasta que las zonas blancas estén totalmente blancas. Observará que las zonas negras siguen negras pero con un cierto fondo azul muy oscuro, y que lo que antes eran grises son ahora diversos tonos azules.

La copia, así, está acabada, pero, como decíamos antes, puede ahora efectuar una segunda parte del proceso que no está en el programa, esto es, que no viene descrita en el folleto de instrucciones, y que consiste en rebajar los azules metiendo la copia azul, una vez bien lavada (de 5 a 10 minutos con el grifo corriendo), en el blanqueador, que es el primer líquido del virador sepia. El efecto que pretendemos conseguir es ir eliminando progresivamente parte de los tonos oscuros que habrán quedado debajo, por lo que los azules se vuelven mucho más intensos, pero cuidado, no se pase de tiempo, porque si rebaja en exceso la copia, los negros dejarán de serlo, y este es el peor efecto.

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Virada en azul.

El inconveniente de hacer esto es que la copia resultante queda algo inestable, es decir, puede cambiar espontáneamente con el tiempo, la luz ambiente y el aire, que la oxida. Si la coloca en algún lugar en el que la dé el sol, es posible que con el tiempo le salgan ciertas manchas de color marrón, pero dado que en general las fotos no deben ponerse al sol (se acaban borrando, entre otros efectos indeseables), este sería un inconveniente menor.

Cuando este virador envejece hace muchos posos y pierde bastante actividad, aparte de manchar indiscriminadamente las fotos de azul puesto que mancha los blancos (recordemos que los viradores sólo actúan sobre las zonas grises o negras), manchas que suelen desaparecer tras un lavado un tanto prolongado. Cuando esto suceda es mejor desechar el líquido y hacer uno nuevo.

 

VIRADOR ORO

El último virador de que trataremos es el virador oro, goldtoner o virador de selenio, que de todas estas formas se le conoce. Como dijimos, proporciona tonos de rosa a rojo intenso, según el tiempo que mantengamos la copia en el baño. Es un virador de un solo baño, pero tiene la peculiaridad, a veces incómoda, de que sólo actúa sobre fotos ya viradas a sepia, y no sobre copias en blanco y negro. Esto es, si tenemos una copia virada en sepia y la sumergimos en este baño, sus diversos tonos amarillento-marrones irán cambiando a rosáceos y rojizos. El resultado a veces es muy bello pero, por el contrario, es caro y la solución se degrada demasiado rápidamente para lo que nos gustaría dado su precio. Cuando ya no actúa lo único que podemos hacer es tirarle y comprar otro.

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Virado rosa, o goldtoner.

 

MEZCLAS

Hablaremos ahora de algunas mezclas que se pueden conseguir con estos tres viradores, sepia, azul y oro. La más inmediata es la de azul y sepia. Para conseguir fotos que contengan los dos colores siga estos pasos.

1/ Disponga las tres cubetas. En la rotulada como rev eche el blanqueador. En la que ponga paro el virador sepia (el toner), y en la restante, la del fijador, la solución de virador azul.

2/ Blanquee la copia sumergiéndola en el blanqueador, pero no la blanquee demasiado. Los negros deben quedar negros, y los grises medios deben casi borrarse.

3/ Lávela hasta que se quite el color amarillo por ambas caras (unos segundos).

4/ Sumérjala en el virador azul hasta que el azul sea más bien fuerte.

5/ Vuelva a lavarla (esta vez mucho más tiempo; unos 5 minutos) hasta que los blancos vuelvan a estar blancos.

6/ Sumérjala en la cubeta del virador sepia y ponga atención a lo que sucede, porque si la deja mucho tiempo el azul desaparece y acaba por quedar como un virado sepia normal y corriente. Se debe sacar cuando algunos marrones han aparecido (quizá como tonos amarillentos) pero el azul sigue estando presente. Es normal que en muchos casos ese azul tire a verde, debido a que se superponen los tonos amarillentos. Para evitarlo debería cambiar o tiempos de virado o concentraciones, pero la mejor regla es la experimentación. Por lo tanto, en esto como en todo, experimente y no se conforme con los primeros resultados; para hacer pruebas, sobre todo las primeras, puede utilizar trozos de fotos y no ampliaciones que estén perfectas, que podrían llegar a estropearse.

7/ Por último, lávela 1 o 2 minutos más hasta que desaparezca el olor a sulfuro de sodio. Ahora ya puede escurrirla y dejarla secar.

Si aún quiere añadir una etapa más a todo lo anterior, puede hacerlo. Una de estas fotos sepias y azules puede convertirla en rosa y azul por el expeditivo método de sumergirla, una vez efectuado el lavado final, en el virador oro. Los tonos sepias cambiarán a rosáceos, mientras que el azul debe permanecer igual. Una vez conseguidos los tonos deseados deberá volver a lavarla, y una vez seca queda como la que se ve a continuación.

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NOTA ÚLTIMA

Existen igualmente en el mercado diversidad de productos para virar las fotos a cualquier color que se desee. No son propiamente viradores, palabra reservada a cambios puramente químicos…

(el motivo de que las fotos se vuelvan marrones con el virador sepia es que, durante el proceso, la plata metálica de la emulsión, que es negra, se convierte en sulfuro de plata, que es marrón),

… sino más bien tintes, y los resultados suelen ser algo inestables. Una diferencia fundamental entre viradores y tintes consiste en que los primeros no alteran los blancos, y muy poco las luces (zonas claras de la imagen), mientras que los tintes atacan a la fotografía completa, tiñendo tanto luces como sombras, lo que en algunos casos puede resultar un efecto indeseable.

No obstante, puede también experimentar con ellos, pues es posible que consiga resultados que le sorprendan…, como nos sucedió en una ocasión en que un grupo de amigos llevábamos a cabo una de estas sesiones. Aburridos al comprobar que una de las copias se resistía a nuestros manejos, y no parecía que fuéramos a conseguir ningún resultado interesante de ella, alguien le arrojó encima el contenido de su vaso (whiski con agua), tras lo que vimos que variaba su tonalidad muy sutilmente a unos azules y rosas que a todos sorprendieron. Creo recordar que esa copia, que era grande (de 50 por 60 cm), estuvo durante varios años adornando alguna pared de uno de los lugares que frecuentábamos.


Y por hoy no hay más, aunque aún nos queda un último capítulo, el dedicado a los manejos que convertirán las fotos en blanco y negro en fotos de extraño color, o lo que es lo mismo, las fotos pintadas, que la cosa tiene su aquel.

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO, capítulo 3,3

01 viernes Ene 2016

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CAPÍTULO 3,3

EL PROCESO DE REVELADO DE LA PELÍCULA

Como desde que se abre el chasis hasta que la película esté dentro de la cuba tapada revelándose, debe permanecerse a oscuras (la luz roja sólo se usa para revelar papel), es preciso tener las cosas a mano porque no vamos a ver nada. Así que, etapa primera:

PONIÉNDONOS A REVELAR EL NEGATIVO:

Ante nosotros, y sobre la mesa, con la luz normal (blanca) encendida disponemos:

1/ La cuba de revelar (con el revelador necesario y a la temperatura adecuada ya dentro) destapada.

En la imagen siguiente se ve la cuba, una espiral (para meter un rollo) montada en el eje, la tapa-embudo (derecha arriba, por donde se meten y sacan los líquidos), y el cilindro negro (abajo a la izquierda) que, una vez colocada la tapa-embudo, permite girar la espiral dentro del tanque sin abrirle. La segunda tapa negra (a la derecha abajo) no suele ser necesaria, pues la tapa-embudo no permite el paso de la luz.

cuba negat 2,2

 

2/ La tapa de la cuba.

3/ La espiral en la que se enrolla la película.

4/ El eje de la espiral (que es un cilindro negro).

5/ El útil de dar vueltas a la espiral, que suele ser otro cilindro negro más fino que el anterior y que encaja en él (todo esto se puede ver arriba).

6/ El reloj puesto a cero y dispuesto para contar.

7/ El chasis, sin abrir, que contiene la película.

8/ Unos alicates u otra herramienta que nos sirva para abrir el chasis.

Esta disposición puede verse aquí debajo:

laboratorio para negat en ángulo

 

Entonces, etapa segunda, apagamos todas las luces,

 

NOS QUEDAMOS TOTALMENTE A OSCURAS,

nos sentamos ante la mesa y pueden comenzar las manipulaciones.

 

CARGADO EN LA ESPIRAL

Abrimos el chasis con unos alicates (o un abridor de botellas), sacamos la película con todo cuidado (sin desenrollarla del eje en que está montada), le cortamos un trozo del principio (el extremo que queda en la parte de fuera cuando la sacamos del chasis) de unos 10 cm y la enrollamos en la espiral…

 

Nota importante: este proceso de enrollar la película en la espiral es muy comprometido y difícil de describir aquí, con simples palabras. Hay que pensar que la película es muy delicada y no se debe tocar más que por los cantos; que hay que introducirla en una espiral, lo que a simple vista se nos antoja tarea imposible, y que todo ello debe hacerse totalmente a oscuras.

Las primeras veces, y mientras no se sepa cómo se hace, debe ensayarse a la luz normal con algún rollo que no sirva; intentarlo la primera vez a oscuras puede ser suicida. Estas espirales de plástico blanco que se utilizan para enrollar la película y poder meterla en la cuba…

(las Paterson, por ejemplo, que se pueden ver aquí:

http://www.patersonphotographic.com/patersondarkroom-details3.htm – ss4-developing-tanks),

… son unos artilugios muy ingeniosos que están pensados precisamente para ello. Hay que seguir las instrucciones de carga que indica el folleto que viene con la cuba. Se observará que es mucho más fácil de lo que parece a primera vista, pero, insisto, cuando se es novato hay que familiarizarse con el proceso (con un rollo que no sirva y la luz encendida, y tomando buena nota de lo que está sucediendo). Luego, cuando se le ha cogido el tranquillo, ya se puede hacer a oscuras.

En la imagen siguiente se ve cómo quedaría la espiral dentro de la cuba. La espiral, por supuesto, tendría enrollada la película, que no aparece en el dibujo.

cuba negat 4

PRECAUCIÓN: No obstante, si se encuentra en total oscuridad, con un rollo en la mano e incapaz de introducirlo en la espiral, no se deje llevar por el pánico. Procure no dañarlo y guárdelo en algún lugar que permanezca oscuro cuando encienda la luz, una caja de cartón que cierre bien, un cajón de la mesa… En definitiva, algo que haya previsto con anterioridad ante la posibilidad de tal contingencia (que no es tan rara como parece). Una vez puesta a salvo la película expuesta, encienda la luz e investigue los motivos por los que no es capaz de cargar el rollo en la espiral (no con el rollo que quiere revelar, claro, puesto que lo velaría). Apague la luz, inténtelo de nuevo, y si al fin se declara incapaz de ello (que no sería el primero), guárdela en algo que la proteja de la luz (una caja, o enróllela con cuidado y envuélvala en un papel opaco), y llévela a revelar a la tienda explicando el caso. Así, probablemente, su problema quedará resuelto y las fotos serán salvadas.

 

Pero vamos a suponer que todo ha salido bien y la película está enrollada por completo en la espiral.

A esta espiral (con la película enrollada) se la coloca el eje negro en donde va montada, y todo ello se introduce en la cuba, que, como decíamos, debe tener el revelador ya dentro.

 

REVELADO

Ponemos en marcha el reloj.

Colocamos la tapa-embudo a la cuba (bien cerrada), y encendemos la luz blanca.

 CON LA LUZ ENCENDIDA

 

En este momento estamos con la luz encendida y la cuba tapada con la película dentro revelándose. Con el útil de darle vueltas hacemos girar la espiral durante 15 segundos, y ha llegado el momento de hacer

 

LA PRUEBA DE LA GOTA

Esta prueba nos dice cuánto tiempo debe revelarse la película, y puede (y debe) hacerse siempre. Como la hacemos con la película, el revelador y la temperatura que estamos usando en ese momento, no hay confusión posible. Se trata de lo siguiente:

En el trozo que hemos cortado del principio del rollo echamos, en la cara mate (atención: en la mate, que es la sensible; no en la brillante) una gota del revelador que estemos usando, cogida de la misma cuba con el cilindro de revolver (que suele estar sumergido en el líquido), por aquello de conservar la temperatura a que esté actuando.

Comenzamos a contar el tiempo que transcurre y observamos lo que sucede. El lugar en donde ha caído la gota se vuelve más claro…, pero luego, de repente, poco a poco comienza a oscurecerse… Seguimos observando, y cuando ese lugar –en donde está la gota– se vuelve del mismo color que lo que la rodea, memorizamos el tiempo transcurrido. Por ejemplo, 24 segundos. Pues bien, ese valor dividido por 4, nos dice los minutos que hay que revelar ese rollo (el que tenemos en la cuba), con esa temperatura y ese revelador, los que estamos usando. En el caso descrito serían 24 / 4 = 6 (minutos), aunque si hubieran sido 32 segundos, serían 32 / 4 = 8 (minutos), etc.

 Tiempos de revelado normales, dependiendo de la concentración del líquido y de la temperatura a que esté, suelen ser de 5 a 10 minutos (es decir, que el lugar en que ha caído la gota tardaría en alcanzar el tono adecuado entre 20 y 40 segundos). Desconfíe del líquido que está usando si esta regla no se cumple. Si tras 50 o 60 segundos el lugar en que ha caído la gota no alcanza la tonalidad de lo que la rodea, o no se oscurece prácticamente nada, el revelador que está usando es muy poco activo o nada en absoluto. En tal caso, aún se puede remediar la situación.

Tire el líquido por el desagüe…

(no hay que abrir la cuba para ello; como ya se ha dicho, antes de usar este instrumento hay que familiarizarse con su manejo)

… y rellénela con agua limpia. Prepare entonces un nuevo revelador, vacíe la cuba de agua, vierta en ella la nueva preparación y haga otra vez la prueba de la gota.

Observará que entonces todo va sobre ruedas, y de esta forma se habrán salvado las fotos.

 

Una vez averiguado el tiempo que debe revelarse la película, sólo queda esperar a que transcurra, revolviendo cada minuto durante 15 o 20 segundos, más o menos, pasado el cuál se vierte el revelador en su botella con el embudo…

(insisto: no hay que abrir la cuba para ello: se vacía volcándola con cuidado. La película que está dentro sigue siendo sensible a la luz; si abre la cuba con la luz encendida, se estropea),

 

BAÑO DE PARO

… y, sin abrir la cuba para nada, se rellena con el siguiente líquido, esto es, el baño de paro que debemos tener preparado en su botella.

Revolvemos un poco, lo dejamos uno o dos minutos, más o menos, y valiéndonos del embudo devolvemos el baño de paro a su botella.

 

FIJADO

De la misma forma (sin abrir) rellenamos con el tercer líquido, el fijador preparado (diluido, no vaya a echar del concentrado, que es lo que le habrán vendido en la tienda), y al cabo de uno o dos minutos ya puede abrir la cuba. Se encontrará con la espiral metida en un líquido (el fijador que ha echado hace uno o dos minutos). Si quiere puede sacar la espiral y mirar la película que hay dentro sin sacarla de la espiral. Se puede sacar un poco del principio para ver si efectivamente está transparente por los bordes, excepto, claro, la numeración que lleva ahí, pero quizá sea mejor que se esté quieto y espere a que acabe el proceso: cinco minutos en el fijador. (Si el líquido está muy concentrado no tarda tanto, pero no conviene pasarse de concentración.)

Una vez transcurrido este tiempo se saca la espiral, se saca el principio de la película (unos 10 cmts.) tocándola sólo por los cantos, y se observa que esta debe estar transparente en donde no ha dado la luz y más o menos negra en donde sí ha dado. En todo caso, este principio (dado que es la cola que se utiliza para cargar la cámara) estará totalmente negro, negro que se acaba bruscamente en una zona transparente. A continuación empiezan las fotos propiamente dichas, cuadros regularmente espaciados a lo largo de la película.

Observe esto: en las zonas del borde, la película debe estar totalmente transparente, con los números (de los bordes) más o menos negros según haya revelado más o menos. Si no está transparente esto se debe a deficiencias en el fijado, por lo que sería conveniente que tirara el fijador que ha estado usando, preparara uno nuevo e introdujera en él la espiral con la película hasta que se produzca la transparencia. Tonalidades de color malva más o menos tenues en la parte transparente también indican insuficiente fijado, pero si es realmente tenue no importa y puede ser que la película sea en realidad así después de haberse fijado.

 

LAVADO

Una vez bien fijada (la película) llega el momento de lavarla. El lavado es también fundamental. Vierta el fijador en su botella y coloque la cuba abierta con la espiral dentro bajo el grifo de agua fría…

 Nota importante: en invierno y en sitios fríos conviene controlar la temperatura del agua, porque agua a 10º, por ejemplo, lava muy poco y muy despacio, en cuyo caso conviene lavar más tiempo. Una alternativa, pero cara, es abrir un poco el grifo de agua caliente para que el agua que salga del grifo esté entre 18 y 23º. No se debe lavar con agua por encima de esa temperatura, porque la emulsión, la capa sensible de sal de plata, se reblandece, se vuelve muy frágil y se raya con facilidad.

Otra cosa a tener en cuenta en lo que concierne al lavado es la pureza del agua. En determinados sitios, o en determinados momentos, esta agua puede no ser tan limpia como parece debido a filtraciones de arcilla, por ejemplo, o suciedad en las tuberías. Si usted observa que los negativos tienen pegadas partículas de arcilla o cualquier otra sustancia –y lo notará en cuanto intente hacer una ampliación, pues todos los defectos se aumentan prodigiosamente– puede optar (en próximos lavados) por poner un filtro en el grifo que no deje pasar estas partículas. Estos filtros se venden en tiendas de fotos, ferreterías, etc.

 

… llénela un par de veces, remueva y tire el agua, y colóquela a continuación de forma que el chorro de agua (no muy fuerte, pero que corra) entre por arriba, por el agujero del eje en donde está montada la espiral, y salga por los bordes rebosando. No hace falta poner la tapa, pero esto es a voluntad; lo importante es que el agua corra dentro de la cuba. (En las tiendas de fotos hay accesorios, unas gomas, para facilitar esta tarea).

Así se tiene de diez minutos a un cuarto de hora. Si es más, no importa. Lavar bien es importante para el futuro, puesto que los rollos mal lavados amarillean con el tiempo y se vuelven inservibles. Un rollo bien lavado y conservado aguanta 30 o 40 años (y más) en un estado perfecto para volver a hacer copias de él cuando se desee.

Una vez transcurridos esos 15 minutos (o más, 30 si el agua está muy fría) se cierra el grifo, se vacía la cuba (el rollo ya está lavado), se vierte dentro una medida (la mitad del tapón del frasquito puede ser una buena medida) de humectante, y se echa agua hasta llenar la cuba. Este es un líquido jabonoso (de hecho es un detergente a base de alcohol) cuya función es limpiar el negativo de residuos, porque el agua trae mucha cal y cosas por el estilo. (Como alternativa se puede usar algo del tipo del mistol vajilla.)

Tenemos ahora la cuba (con la espiral dentro) llena del líquido jabonoso (agua más medio tapón de humectante), en donde se deja unos 2 minutos. Se mueve un poco la espiral para que aquello haga efecto por igual y, al cabo de esos 2 minutos, se vacía la cuba por el desagüe (este líquido se puede guardar si se quiere en otra botella, pero no sé si vale la pena) y se saca la espiral con la película dentro. Esta puede tener algunas tenues pompas de jabón, pero eso no importa.

 

SECADO

Hemos llegado al punto culminante de toda la operación. La película está revelada, fijada y lavada dentro de la espiral. Con un cuidado exquisito sáquela de la espiral de forma que no se toque a sí misma en ningún punto (ni toque a nada, sobre todo por la cara de la emulsión; con los dedos, para sacarla, se toca sólo por los cantos), y cuélguela en sentido vertical y con ayuda de pinzas (de la ropa, por ejemplo, o de las que hay en las tiendas de fotos para ello) en algún lugar preferiblemente oscuro y, sobre todo, libre de corrientes de aire (que podrían pegar polvo en la emulsión húmeda) y lejos de personas curiosas y niños en general. No la escurra con esas pinzas de goma que hay para ello, porque podría rayarla; déjela tranquila. La película tarda en secarse (depende de la temperatura del aire) entre una y varias horas, y durante ese tiempo es mejor que se olvide de ella y ni la mire; cualquier intento de manipulación, paseos a su alrededor, etc., lo único que harán será añadir más polvo a su capa sensible (ya digo que cuando está húmeda se le pega cualquier cosa que flote en el aire) y esto es del todo indeseable. Hay quien tiene mucha prisa y la seca con un secador de pelo, pero esto contribuye en gran manera a ensuciarla y no lo recomiendo. En todo caso, si lo va a hacer, que el chorro de aire no sea muy caliente y dé sólo en el lado brillante.

 

CORTADO Y ARCHIVADO

Una vez completamente seca se corta (con unas tijeras) en tiras de 6 en 6 fotos y se mete con todo cuidado en los archivadores que, a tal efecto, venden en las tiendas. Estos archivadores se numeran correlativamente (por fechas: el 1 es el primero que hace usted; el 2 el siguiente, y así sucesivamente; y escriba también la fecha, al menos el mes y el año) y se guardan en una caja vacía, de zapatos, por ejemplo, o de galletas (sin migas), o de lo que usted quiera. Esta caja se mete en un cajón (se trata de protegerlo del polvo)… y ya tenemos el principio de su ARCHIVO, un archivo que, si ha seguido todos los pasos correctamente, le durará de por vida. Las fotos ganan en valor según va pasando el tiempo, de forma que…


 

En la entrega siguiente se hablará del positivado del papel, tarea que se lleva a cabo en el cuarto oscuro y con ayuda de la ampliadora.

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO, CAPÍTULO 3,2

01 martes Dic 2015

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REVELADO DE LA PELÍCULA

3,2 Revelado de la película. Preliminares, instrumentos y líquidos necesarios.

Supongamos que ha hecho usted unas fotos y quiere positivarlas. Lo primero que debe hacer es revelar la película que tiene dentro de la cámara. Por lo tanto, será el asunto que tratemos.

Este es el paso clave de todo el proceso, y se debe poner el mayor cuidado en él. Si a la hora de hacer copias, estas se estropean, no hay problema pues se pueden repetir, pero si se revela mal la película hay que volver a hacer las fotos, y a veces esto no es posible. Tenga en cuenta que, en fotografía, lo único que es un original, una pieza única irrepetible, es el negativo. Si usted no se atreve a revelar la película por sí mismo porque el proceso le parece complicado, puede encargar en algún laboratorio que lo hagan, pero los resultados nunca serán los mismos que los que puede conseguir cada uno cuando ha aprendido a hacerlo.

Primera recomendación: limpieza absoluta

Un negativo es la cosa más delicada del mundo. Se rayan de mirarlos, más si están mojados, y la menor raya o falta se amplía luego en la copia de una manera sumamente desagradable. Cierto que al final se pueden retocar los defectos en las copias acabadas, pero nunca quedan igual que si no los tienen. Insisto: los negativos son sagrados y nunca deben andar rodando por ahí, fuera de sus fundas o cosas por el estilo.

LUGAR DE TRABAJO

El lugar de trabajo puede ser cualquiera que se pueda oscurecer por completo, pues la película es un elemento muy sensible a la luz, mucho más que el papel, y debido a sus características…

 (es sensible a la luz roja, puesto que en caso contrario, todo aquello que se fotografiara y fuera de color rojo, como un jersey o una flor, aparecería negro en el resultado final, esto es, en la copia positiva)

 … se debe trabajar totalmente a oscuras. La luz roja (o la amarillenta, como ya se ha dicho; en cualquier caso, la luz de seguridad) sólo se utiliza para revelar papel. Por lo tanto, el cuarto oscuro que hemos descrito antes nos sirve para ello, y el tablero de la ampliadora es el mejor lugar para las manipulaciones que vienen a continuación. Suba el cuerpo de la ampliadora para que no le estorbe y trabaje sobre el tablero. Las cubetas, puesto que no vamos a revelar papel, no son necesarias, de forma que apártelas y céntrese en la cuba de revelado de negativos, que es la herramienta esencial.

HERRAMIENTAS

Para revelar película no hace falta más que una cuba de revelar negativos con sus espirales, tapa, etc.,

Antes de comenzar a utilizarla, familiarícese con este instrumento, la cuba o tanque de revelar película, tanto leyendo el folleto que la acompaña como comprobando manualmente sus diversos elementos. Aunque luego hablaremos más ampliamente sobre ello, familiarícese sobre todo con el mecanismo de la espiral en que se enrolla la película.

 … un termómetro para comprobar la temperatura del revelador, un reloj que se pueda poner a cero, una probeta pequeña (de 100 cc) para medir las cantidades de líquido que va a necesitar, unos alicates para abrir el chasis en que está encerrada la película, y los líquidos, revelador, baño de paro y fijador, ya preparados, aparte de tres botellas para guardarlos y un embudo para devolver cada uno a la suya tras haberlos utilizado.

Las botellas con los líquidos ya diluidos (en general suele bastar con añadir agua a lo que se compra en la tienda) deben estar rotuladas para saber qué contiene cada una, porque estos (los líquidos) son muy parecidos a simple vista.

Antes de comenzar, y con la luz blanca encendida, prepárelos, revelador, baño de paro y fijador, y disponga la mesa como se ve en el siguiente esquema:

laboratorio para negat en ángulo

 

LÍQUIDOS

El revelador es específico para la película y diferente del que se utiliza para revelar papel. Hay dos clases de reveladores de película: los de baño perdido, que se desechan una vez usados, y los que se utilizan varias veces. Se preparan según las instrucciones del envase, y puestos a citar alguno podría mencionar el Rodinal, de Agfa, un revelador clásico, o el Ilfosol, de Ilford, otro revelador a recomendar, aunque hay muchos más.

Sea cual sea el que use, lo primero es determinar la cantidad que va a necesitar. Si revela un rollo necesitará menos que si va a revelar tres, porque en estas cubas se pueden revelar varios carretes al mismo tiempo haciendo uso de otras tantas espirales (artilugio que luego describiremos y es una herramienta sumamente ingeniosa). Hay cubas en que caben una o dos de estas espirales, otras más altas en que caben tres, otras más grandes en que caben cinco… Para empezar, con una cuba pequeña y un espiral tendrá suficiente.

DILUCIÓN

Además necesitará diluir en agua el líquido que le han vendido en la tienda, que viene concentrado, para lo que se usa la probeta…

 Si el revelador se diluye, por ejemplo, 1 a 9, esto significa lo siguiente: con la probeta se miden 100 cc del concentrado, el que le han vendido en la tienda; esta cantidad, con el embudo, se echa en una botella de litro, que a su vez se rellena con agua hasta arriba. El líquido que consigue es el revelador diluido en proporción de 1 a 9: 100 cc de revelador concentrado y 900 cc de agua.

 TEMPERATURA DEL REVELADOR

… y lo igualmente importante, ponerlo a la temperatura adecuada.

Si el revelador está frío (compruébelo con un termómetro) hay que calentarlo en un cazo, cuyo uso debe reservarse en exclusiva para ello: el revelador es algo venenoso, y en el cazo siempre quedarán residuos, por mucho que lo aclaremos. De la misma manera, si está demasiado caliente (en verano, por ejemplo) hay que enfriarlo metiendo la botella en la nevera hasta que esté a la temperatura adecuada.

Cuidado con los niños y qué hacen con ese cazo y los demás líquidos. Todas estas cosas deben estar lejos de ellos y fuera de su alcance. Insisto en que, aunque no mucho, estos líquidos son venenosos.

Como decimos, el primer paso a dar es poner el revelador que vayamos a usar, con la dilución precisa, a su temperatura. La temperatura influye tanto o más que la concentración del líquido. La temperatura normal de trabajo es de 20 grados centígrados (68 grados Farenheit). De 18 a 22º hay pocas diferencias, pero por debajo el proceso de revelado es cada vez más lento (luego para conseguir un resultado uniforme habría que revelar la película durante más tiempo), y menor el contraste que se consigue. Por encima, por ejemplo, a 28º, es mucho más rápido y el tamaño del grano aumenta considerablemente (el contraste también), aunque si lo que se pretende es conseguir ese efecto (grano grueso) puede revelarse hasta a 30º, en cuyo caso hay que ajustar el tiempo de revelado con la prueba de la gota que se describe más adelante y que, de todas formas y para evitar sorpresas desagradables, debería hacerse cada vez que se revela película.

COMENTARIO:

Puede suceder, y de hecho a veces sucede, que por diversas causas –entre las que puede destacarse que el revelador esté muy viejo y haya perdido actividad, y lo que es más, que no nos hayamos dado cuenta de ello…–, cuando sacamos el rollo ya revelado nos encontremos con que está totalmente transparente, o poco menos…, en cuyo caso deberíamos tirarnos de los pelos y llamarnos tontos mil veces.

Esto ya no tiene remedio, y lo único que cabe es volver a hacer las fotos, siempre que se pueda, pero para evitar tan ingrata contingencia es obligado, cada vez que se revela película, hacer previamente la prueba de la gota, porque con ella nos damos cuenta de que aquel líquido no revela y aún estamos a tiempo de tirarlo y hacer uno nuevo.

ATENCIÓN: Las manchas de revelador no se quitan con nada, y las salpicaduras son inevitables, de forma que proteja su ropa o utilice la vieja.

Una vez el revelador a su temperatura y dilución, viértalo en la cuba de revelar y coloque esta, abierta, a la derecha del tablero de la ampliadora (véase esquema anterior), en donde pueda alcanzarla (cuidado con los manotazos cuando apague la luz, a ver si va a tirar el líquido tontamente, que mancha mucho). Además, rotule la botella (revelador de película, por ejemplo) y tenga a mano un embudo para recogerlo tras el proceso.

Pasemos ahora a ocuparnos de los otros dos líquidos.

Tanto el baño de paro como el fijador son comunes para la película y el papel. Se preparan (se diluyen en agua) según las instrucciones adjuntas, se guardan en botellas rotuladas (para saber en todo momento qué contiene cada una) y se utilizan hasta su agotamiento. (Se consideran agotados cuando ya no cumplen su función).

El baño de paro suele tener indicador, esto es, es de un color (amarillo chillón, por lo general) que se vuelve morado cuando ya no sirve. En este caso se tira y se prepara más. Con el baño de paro hay que tener cuidado porque es muy volátil (es ácido acético) y no se deben aspirar sus vapores: al abrir el frasco con el líquido concentrado, por ejemplo.

El fijador mancha bastante y decolora la ropa, de forma que sus salpicaduras son fatales; como ya se ha dicho, para estas manipulaciones es mejor usar ropa vieja. Una vez preparado (diluido en agua) se utiliza hasta su agotamiento. Se sabe cuando se ha agotado con una prueba muy sencilla, para lo que necesita un trozo inservible de película sin revelar. Se sumerge este trozo en el fijador que queramos probar y se deja un minuto, al cabo del cuál la película debe estar transparente. Si no lo está se debe a que el fijador ya no es activo, en cuyo caso se tira y se prepara más. También se puede saber por el olor: el fijador ya preparado (diluido) huele, no muy fuerte pero sí de una manera peculiar (a ácido). Si no huele a nada es mejor tirarlo. De cualquier forma, en caso de duda es preferible tirar el viejo y preparar uno nuevo, puesto que estos líquidos son baratos.

Una vez preparados estos dos baños, cada uno en una botella rotulada y todo ello encima de la mesa, podemos ponernos a revelar.

Siéntese en la silla, ante la mesa (véase el esquema anterior), y respire, que lo que viene a continuación tiene su aquel. (Continuará.)


 

En la entrega siguiente describiremos las manipulaciones que hay que llevar a cabo para revelar la película.

 

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO, capítulo 3,1

15 domingo Nov 2015

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CAPÍTULO 3,1

PRELIMINARES SOBRE LA PELÍCULA

Antes de poder revelar algo, obligadamente tenemos que hacer fotos con la cámara. Para ello, como es obvio, necesitaremos una cámara, y que esta esté cargada con película.

De las cámaras, puesto que no es la materia que nos ocupa, no voy a hablar más que de pasada, pero así y todo diré que desde el punto de vista de su formato, esto es, el tamaño de película que utilizan, hay dos categorías: las que hacen fotos sobre rollos de 35 mm, que son las más comunes, y las que se cargan con rollos 120 o 220, más grandes y aparatosas y que por lo común utilizan los profesionales.

Las cámaras más asequibles, y con las que debe comenzar su andadura el fotógrafo novel, son las que utilizan los rollos de 35 mm, que a su vez se dividen en compactas y réflex.

Las primeras son más sencillas de manejar pero no permiten cambiar el objetivo, de forma que tendremos que hacer las fotos con el que la cámara tenga montado, que suele ser de 50 mm de longitud focal, es decir, un objetivo normal, que ve la perspectiva aproximadamente como la ve el ojo humano.

Las segundas, las réflex, son las más usadas, y ellas sí permiten la colocación de uno u otro objetivo. Normal, por supuesto, pero también gran angulares y toda clase de teleobjetivos.


Dos de esas cámaras réflex, dos modelos legendarios.


Una Péntax Spotmatic (negra, además).


Nikon 2,5Una Nikon F2

Y en cuanto a las que se cargan con rollos 120 o 220, la división es la misma. Las hay de objetivo fijo (la Rolleiflex de doble objetivo y su hermana la Yashica), y réflex con objetivos intercambiables, como la proverbial Hasselblad, los diversos modelos de Mamiya o Brónica, o la Asahi Pentax de 6.7. También hay cámaras de placas, pero estas son únicamente para profesionales y no nos interesan.

Supongamos que ya tenemos una cámara, y si lo que queremos es tomar fotos, deberemos a continuación cargarla con alguna clase de película. Ahora bien, ¿con qué película?

Clasificación de las películas

Desde un cierto punto de vista, las películas se dividen en 1/ las sensibles al color que reflejan los objetos iluminados, y 2/ las que (independientemente del color) sólo son sensibles a la cantidad de luz que reflejan estos objetos, interpretándola como una sucesión de grises, desde el negro (valor 100 de gris) hasta el blanco (valor 0).

Las diversas clases de películas que reproducen el contraste entre las luces que reflejan los objetos, o películas para blanco y negro, aparte de su anchura (ya dijimos que hay rollos de 35 mm y rollos de 120 o 220), se diferencian sobre todo por su capacidad de ser impresionadas por la luz, o lo que es lo mismo, por su sensibilidad. Hay películas muy poco sensibles, otras de sensibilidad media, y aún otras de sensibilidad alta o muy alta.

Las ventajas e inconvenientes que presenta cada clase son los siguientes:

Las películas de sensibilidad baja, es decir, que necesitan gran cantidad de luz para ser impresionadas, tienen muy buena definición, es decir, presentan una textura de grano extremadamente fino, inapreciable a simple vista. Tras ser reveladas en condiciones normales su contraste es bajo, y debido a la enorme gama de grises que ofrecen son capaces de captar detalles muy delicados: cuando se amplían los reproducen con extrema fidelidad. Sin embargo, como su sensibilidad a la luz es poca, no son adecuadas para hacer fotos en condiciones lumínicas desfavorables, como sucede dentro de una habitación, bajo los árboles de un bosque o en una calle nocturna. (Esto es así en líneas generales, y no quiere decirse que no deban utilizarse nunca en las circunstancias mencionadas.)

En la gradación estándar, esta clase de película está dentro del rango de ISO 25 o ISO 50 (en la escala ISO de clasificación científica de la sensibilidad de las películas, que va desde ISO 15, para las más insensibles –las de mayor definición o grano más fino, por lo tanto–, a ISO 3200 o incluso 6400 para las extremadamente sensibles).

Vienen luego las de sensibilidad media (ISO 100 a ISO 200), que son las más comúnmente usadas. Las más conocidas son la Ilford FP5 y la Plus-X de Kodak. Estas son películas –podríamos decir– que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Son apropiadas para condiciones normales de luz, tomas a pleno sol o en días nublados, paisaje, retrato, etc., y aunque tienen un grano un poco más grueso que las anteriores, este sigue siendo muy pequeño y con ellas se consiguen muy buenas ampliaciones sin pérdida de detalles. Su contraste es medio.

Por último, nos quedan por citar las de gran sensibilidad, desde ISO 400 en adelante. Esta clase de película es la más recomendable para un novato, y las más conocidas y usadas son la HP5 de Ilford y la Tri-X de Kodak, las dos de una sensibilidad nominal de 400 ISO. Cuando son reveladas correctamente muestran un grano algo más grueso que las anteriores (lo que presta un aspecto inconfundible a las copias que de ella pueden hacerse), y el contraste también suele ser mayor, lo que se corregiría, caso de ser preciso, utilizando papeles de contraste bajo. Su utilidad, sin embargo, es muy grande, y ahora se verá por qué.

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Foto tomada sobre película de 50 ISO: poco contraste y ausencia de grano.

Foto tomada sobre 400 ISO (HP5). Mayor grano y contraste, aunque desde luego, otro aspecto.

En estas dos fotografías se puede apreciar (de manera algo exagerada) la diferencia entre emulsiones de distinta sensibilidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta también la fidelidad del reproductor, pues los medios digitales las enmascaran: en un móvil, probablemente, se vean las dos iguales.


He dicho que es la más apropiada para un novato porque con ella puede hacerse cualquier clase de foto (estas sí que son las auténticas películas todo terreno, y las que mejor prensa tienen y han tenido entre los fotógrafos más renombrados), pues aparte de funcionar inmejorablemente en las condiciones habituales, como son las fotos diurnas, permiten tomar también las nocturnas. Quien esto narra ha pasado media vida documentando la sociedad que a su alrededor se cernía (paisaje, vida cotidiana, comilonas, amigos, juergas –unas diurnas, otras nocturnas–, espectáculos, retratos, moda, publicidad…; en fin, todos los géneros y ambientes), y para ello no conté sino con una réflex (Pentax Spotmatic, Nikon F2), un gran angular de 28 mm (mi preferido, aunque también usé mucho el de 24, y durante una buena temporada un 20 mm que era una maravilla), y buena provisión de HP5, la película de Ilford por antonomasia, todo lo cual fue iluminado aprovechando únicamente lo que se ha dado en llamar luz disponible.

El concepto de luz disponible se refiere a la sistemática ausencia de flash, es decir, a utilizar la cámara con la luz que, de manera natural, ilumina cada escenario, ya sea un bosque, una llanura, el interior de un bar, un tablado lleno de gente…, y no importa si en la ciudad o en el campo, en los pueblos o en las más quebradas costas… En fin, lo que ustedes quieran y donde ustedes quieran.

Poquísimas fotos he hecho con flash (únicamente en estudio y con flashes de estudio, que allí sí es obligado), y la consecuencia que de ello he sacado, sobre todo ahora, que lo veo con una perspectiva de bastantes años, es que semejante artilugio no es necesario en absoluto. Al contrario, resulta contraproducente, pues ilumina (habría que decir sobreilumina) de una forma completamente absurda (a partir de un filamento minúsculo que, para mayor inri, suele estar colocado sobre la cámara) lo que ya está iluminado de manera natural. ¿Que hay poca luz? Muy poca tiene que haber para que una película 400 ISO se encuentre en apuros, y en último caso (pero esto ya es en casos extremos), bueno, pues no se dispara o se dan exposiciones largas (hasta 1/8 de segundo), que con buen pulso y un gran angular son perfectamente factibles sin miedo a que se vaya a mover la cámara. (Con teleobjetivo, por supuesto, no pueden hacerse fotos a 1/8 de segundo, pues saldría todo borroso.)

noche 2 1224-31 800En la cocina de un bar con la luz del techo (a 1/30 y 2,8): esta calidad da el HP5.

En lugares en los que sucede lo contrario, es decir, cuando se fotografían paisajes o cualquier clase de escenas iluminadas por un sol más o menos violento, nada nos impide intercalar entre esa fuente de luz y la película uno o dos filtros (se colocan roscados ante el objetivo), que la reducen en gran manera. Lo normal es utilizar filtros de colores (para las fotos en blanco y negro tomadas en exterior su uso es obligado debido a las características cromáticas de la película, más sensible al azul que al resto de las radiaciones), en especial el naranja (complementario del azul), e incluso un polarizador delante de él. Con esta combinación la luz disponible se divide por varios factores, con lo que utilizando además los mecanismos del diafragma y el obturador, siempre estaremos en situación de poder tomar fotos correctas.

En definitiva, que con película 400 ISO usted podrá hacer fotos en todas partes, y tanto de día como de noche, variando simplemente los controles de la cámara y quitando y poniendo filtros.

Doy aquí algunos valores para que se aprecien debidamente estos extremos:

DE DÍA, panoramas iluminados:

Con filtro naranja o verdoso, use 1/250 y f:16

Con filtro naranja y (además) polarizador, use 1/250 y f:8

panorama 2648 800 2


 

DE DÍA, retratos a la sombra (no se deben hacer retratos a pleno sol, pues se producen sombras indeseables en la cara y las personas fotografiadas tienden a arrugar el ceño):

Con filtro amarillo verdoso (que es el que mejor equilibra los tonos de la piel), use 1/250 o 1/125 y f:8

día retrato sombra RIMG10155 800Retrato a la sombra

bajo árboles 2911-39 900Bajo los árboles


 

DE NOCHE, sin filtros (guárdelos en el bolsillo):

En lugares cerrados, como pueden ser las habitaciones y los bares, o en las calles nocturnas, etc., use 1/30 o 1/15 y f:2,8

Foto nocturna: papel blanco como reflector. Seguramente hecha a 1/60 y f:2,8; y sin filtros, por supuesto.

En calles normalmente iluminadas…

A este respecto debe tenerse presente que la diferencia en el flujo de luz por unidad de superficie entre un ambiente diurno, a pleno sol, y uno nocturno (pongamos, en una calle iluminada por farolas no especialmente brillantes) es del orden de 2 elevado a la decimotercera potencia, o lo que es lo mismo, 8.000 veces mayor. Así y todo, tan abultada desproporción puede ser corregida usando los mecanismos citados –apertura del diafragma, velocidad de obturación y uso de filtros– sin menoscabo de la imagen.

(Esta extensa acotación sobre mi método, receta o procedimiento para la toma de vistas, es una más. No hay que tomarla al pie de la letra en ningún sentido, y cada cual, variando esto o lo otro, está obligado a elaborar el complejo sistema de sus preferencias. Eso sí, lo dicho hasta aquí funciona a las mil maravillas y lo recomiendo; puede ser un punto de partida.)

Aparte de las mencionadas, existen otros tipos de película, como la XP2 de Ilford, cuya emulsión no consiste en sales de plata sino en colorantes orgánicos. La calidad de sus reproducciones es magnífica, combinando la finura de grano con una gran sensibilidad a la luz. Sin embargo, como para revelarlas es preciso enviarlas a un laboratorio especializado, pues se procesa con los reactivos que se utilizan para la película de color (y esto es todo lo contrario a lo que aquí va a ser tratado), fuera de esta mención no añadiré ninguna otra cosa sobre ellas.

Resumiendo: tenga siempre presente que hay muchas clases de películas. Yo me he decantado por las emulsiones más rápidas (las de 400 ISO) porque te permiten utilizarlas en gran variedad de ambientes, pero en determinadas situaciones puede resultar más adecuado utilizar otras de 100 ISO, o incluso de 50, ya que el contraste conseguido y el tamaño del grano también tienen su importancia. Todo depende de las circunstancias y del fin a que estén destinadas esas fotografías.

Nota adicional:

Convengo en que los anteriores párrafos pueden resultar casi incomprensibles para un lego, pero no se desanime por esto. Hoy quizá no lo entienda más que a medias, pero si se pone a ello y lo practica con asiduidad, comprobará que con el tiempo las nieblas se van disipando, que los conceptos oscuros se tornan en realidades…, y que incluso a lo mejor algún día la cabeza le dice, esto lo he oído antes en alguna parte…


En la entrega siguiente, el capítulo 3.2, hablaremos del procedimiento para revelar la película.

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