Historias de Camargo Rain

~ Novelas de aventuras

Historias de Camargo Rain

Publicaciones de la categoría: blanco y negro

España medieval

26 martes Ene 2021

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fotos de españa, fotos en blanco y negro, libros gratis, novelas de aventuras, paisajes medievales

España, desde luego, es un país muy medieval, o aún quedan muchos restos medievales. Unos de verdad, y otros que parecen lugares por los que no ha pasado el tiempo. Debajo pongo unas fotos para ilustrarlo.

Peñiscola
Santa María de Huerta, sala de conversos
Albarracín
Bárcena Mayor

Sin embargo, también tengo en cartera cosas más inmediatas, como estas fotos de las que le gustan a todo el mundo, y no lo digo en broma.

O también, ¿sabe usted hacer gazpacho? Por razones de supervivencia debería aprender a hacerlo cuanto antes, como se puede deducir de ESTO OTRO.

Y hablando de novelas de aventuras, le apuesto lo que quiera a que usted no conoce ESTAS. Una pena, porque se iba a divertir bastante.

¡Ah!, ¿que las quiere gratis, gratis gratis? Nada más fácil: descárguelas AQUÍ.

Las chicas guapas y las vocales

30 martes Jun 2020

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Camargo Rain, españa en blanco y negro, libros divertidos, narrativa española actual, novela romántica, novelas de aventuras, paisajes españoles, turismo en España

Como es sabido, cuando se pronuncian las vocales se ponen caras diferentes. Cuando se dice ¡aaaaaah…! se abre mucho la boca y se enarcan las cejas; cuando se dice eeeee lo que sucede es que se frunce el entrecejo, y si lo que dices es iiiiiii, puede ser que te rías o que grites…, y así sucesivamente. Si no te habías dado cuenta, ponte delante de un espejo y estúdialo.

Aquí debajo pongo unas fotos que lo ilustran,

Aaaaaah…

Eee..

Iiiii…

¡Oooooh…!

U

 

Hablando de este asunto, en uno de mis libros, entre otras muchas cosas se dice lo siguiente:

[…] Charli, aparte de China, Niño Jesús, Espíritu Santo y otras hierbas, también me llamaba la niña patata, y ello debido a razones obvias, como cualquiera que haya leído lo anterior se imagina, ¡niña, para ya, que te vas a apatatar…!, pero también a que fui yo la que le dijo que cuando te hacen una foto hay que decir la palabra patata bien alto, abriendo la boca y mirando a la cámara, ¿sí?, pues sí, ¿no lo sabías?, no, y Charli se excusó y noté que le había interesado mi revelación, es que como nosotros no tenemos niños, pues pocas veces les he hecho fotos…, y tú, ¿cómo lo sabes?, pues porque un día de hace mucho…, bueno, no, de hace dos años o por ahí…, pues estaba en Cáceres con varios de mis primos, que son de mi edad, más o menos, y uno de sus padres dijo que nos iba a hacer una foto y nos puso en grupo, luego enarboló la cámara, igual que tú haces, y todos los que me rodeaban, que estábamos agarrados, lo dijeron al unísono, pa-ta-ta…, y a mí me faltó tiempo para sumarme al alboroto y repetir lo que ellos decían, y es porque abres la boca, que es como salen bien las fotos…, y de nuevo noté que a Charli le habían interesado mis palabras, niña, ¿sabes que me has dado una idea muy buena?, ¿sabes lo que vamos a hacer?, qué, pues ya verás, tú ponte ahí y di a, y ahora di e…, y me hizo fotos pronunciando las vocales, y cuando las reveló me las enseñó, y la verdad es que las caras que le salen a una con ellas son completamente diferentes. Si dices la a parece que te ríes, lo que también sucede, aunque de otras maneras, con la e y con la i, pero si dices la u, lo que sucede es que parece que te han pisado un pie…

(Lo anterior es de Charli en Wonderland.)


AQUÍ se pueden ver fotos, y si te quedas con ganas, sigue con ESTAS.

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España en el siglo XXI

30 sábado May 2020

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¿Te gusta lo que ves? Pues AQUÍ puedes ver lo que te falta, que es casi todo.

(Pongo otra, que la de arriba se queda viuda.)

Y si te has quedado con ganas, sigue con ESTAS.

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Viento sur en la costa norte española

08 jueves Nov 2018

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agujero del ábrego, amazon kindle, asturias, ábrego, Camargo Rain, cantabria, efecto föhn, novelas de aventuras, Santander, viento sur

Viento sur sobre la dársena de Puerto Chico, en Santander

La meseta castellana finaliza abruptamente en su vertiente norte, lo que delimita un pronunciado escalón en la parte que da hacia el mar Cantábrico, escalón más acusado en Asturias y Cantabria, que provoca un curioso efecto meteorológico. Este efecto, conocido como efecto Föhn, se observa también en otros lugares de la península, siempre en laderas que están a sotavento de altas montañas, caso de los Pirineos o Sierra Nevada.

Cuando en las regiones que están al norte de la cordillera cantábrica soplan vientos del sur, las masas de aire se desploman desde las montañas y se acumulan en el fondo de los valles, aumentando de esta forma la densidad, y con ello la presión, y por lo tanto (según enseñan las leyes de la Termodinámica), la temperatura. La consecuencia más inmediata de tal estado de cosas es el aumento súbito de estas temperaturas en las zonas bajas, pudiendo alcanzarse en la costa 23º o 24º en días de invierno, cuando la cercana meseta se encuentra cerca de 0º. (Por ejemplo, en Reinosa, punto álgido [más frío] de semejantes turbulencias, ya se dice: «En este pueblo sólo hay dos estaciones: el invierno y la de la Renfe».)

Otro resultado chocante de tal estado de cosas es el inmediato y paralelo descenso de la humedad del aire, lo que despeja las brumas y da origen a una gran transparencia de su atmósfera, por lo general neblinosa en estos lugares.

En la bahía de Santander, por ejemplo, los días de sur son muy adecuados para hacer fotografías, pues el paisaje se adorna de nuevos matices y tonalidades, y sus aguas, de ordinario mansas, se encrespan como en mar azotado por vientos que alcanzan normalmente los 100 k/h.

A este viento, en Santander, se le conoce como surada o ábrego, y en el lugar del fondo de la bahía del que procede, se abre un agujero por el que asoma el cielo azul, fenómeno conocido localmente como agujero del ábrego.

El agujero del ábrego en el fondo de la bahía.

Suele verse hacia el sudoeste, por lo que a la hora del ocaso asomará por allí el Sol inundándolo todo con una curiosa luz, tal y como se puede apreciar en las fotografías que ilustran esta entrada.

Y ya, puestos a tratar de fenómenos extraños, los interesados en novelas de aventuras pueden mirar AQUÍ.

 

Paisajes españoles diversos pueden verse AQUÍ.

Fotos de bichos raros

07 domingo May 2017

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amazon kindle, Camargo Rain, fotografía, la naturaleza, narrativa española actual, novelas de aventuras

La naturaleza, nuestra madre naturaleza, que a todos nos dio forma y de la cual descendemos, en su casi infinita variedad se divierte sorprendiéndonos con sus mil y mil matices.

A este respecto, no hay que olvidar que somos seres efímeros, seres que estamos de paso, no en este planeta, como parece a primera vista, sino en el conjunto del Universo que nos contiene, que es, precisamente, a lo que llamamos naturaleza. Ahora, eso sí, mientras estemos aquí podemos admirar sus obras.


Más cosas raras se pueden ver en ESTE OTRO SITIO

«El notario de Liébana», corto de misterio, gratis durante este puente

28 viernes Oct 2016

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amazon kindle, Camargo Rain, cuento de intriga, descarga gratis, narración de misterio, narrativa española actual, novela negra

notario-liebana-6-pequena

¿No tienes nada que leer este puente? Bueno, pues yo te regalo un libro que te va a gustar. No es largo, es más bien corto (unas 50 páginas), pero es un corto de misterio e intriga en el que nada es lo que parece. ¿No te lo crees? Pues échale una ojeada, que es bien fácil. En esta dirección

https://www.amazon.es/dp/B014VG78SA

desde el 28 de octubre (viernes, cuando comienza el puente) hasta el 1 de noviembre (cuando finaliza, y ambos días incluidos) puedes descargar gratis (y lo que es más, sin virus ni troyanos puesto que se hace desde la misma fuente, Amazon) El notario de Liébana, cuento largo que narra una de las muchísimas aventuras que a lo largo de su extensa vida le sucedieron a Juan Evangelista, personaje que es uno de mis favoritos en lo que se refiere a los libros que he escrito y vivió la friolera de 300 años. ¿Es esto posible? Por supuesto que lo es, y bien que lo demuestra en los cuatro libros que compuso cuando advirtió que su vida se apagaba, pero esto quedará para otro día y por hoy te tienes que conformar con este adelanto de sus hazañas.

El presente relato está ambientado en la isla de Mallorca durante una primavera de finales del siglo XIX y, como decía, cuenta una aventura que, si bien no acabó mal de puro milagro, encaminó a nuestro protagonista por una nueva senda que nunca se le hubiera ocurrido imaginar… Pero no digo más, no vaya a destripar lo que debe permanecer oculto. Lo descargas (si quieres), lo lees y ya me contarás.

———————————————-

Y bueno, ya de paso, si te ha gustado puedes mirar aquí:

https://www.amazon.com/author/camargorain

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO; capítulo 5,2 y FINAL

21 lunes Mar 2016

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acuarelas, fotografía en blanco y negro, fotos pintadas, fotos retocadas, lápices de colores

CAPÍTULO 5,2: Pinturas y retoques

FOTOS PINTADAS

Desde siempre, es decir, desde el principio de la historia fotográfica, multitud de fotógrafos han pintado sus fotografías en blanco y negro de muy diversas maneras. El sistema más utilizado de las que se colorearon en la antigüedad (siglo XIX y principios del XX) consistía en acuarelarlas, aunque también se aplicaran óleos sobre su superficie; es decir, se siguieron los métodos entonces en boga para pintar cuadros. Sin embargo, con la llegada de los nuevos tiempos y la difusión de herramientas más modernas, lo que sucede durante la segunda mitad del siglo XX, otros elementos entran en escena, en especial los rotuladores, rotrings, bolígrafos, etc., y los aerógrafos y espráis.

Una fotografía se puede pintar de cualquier manera, es únicamente cuestión de fantasía e imaginación, pero aquí mencionaremos los tres sistemas más habituales.

El primero consiste en acentuar sobre su superficie, ateniéndonos a los contornos que nos marca la foto…

(el horizonte, por ejemplo, o el perfil de las montañas, o los rasgos de un retrato, la boca, los ojos…, así como cualquier entramado que presente, como podría ser la corteza de un árbol, la superficie del mar, etc.),

… trazos de cualquier tipo, ya sea con lápices, lápices de colores, rotuladores, rotrings…, o lo que es lo mismo, cualquier herramienta capaz de dibujar una línea. Muchos retratos se perfilan de esta manera, en especial sobre superficies mates, intensificando con lápices de color los rasgos más sobresalientes, lo que constituye una práctica muy antigua.

A continuación se pueden ver unos ejemplos de fotografías pintarrajeadas con líneas, que en ocasiones les prestan aspectos sobremanera fantásticos.

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Una segunda técnica se basa en rellenar con tintas de colores suaves las partes claras de la fotografía, las luces. Por ejemplo, la piel de la cara en un retrato o los cielos blancos de las fotos en blanco y negro, que tan feos quedan y se pueden mejorar con un color azul añilado. Es difícil conseguir una impresión completa de realidad, para lo que habría que degradar los colores (aunque esto también se puede conseguir si no se hace todo de una vez sino que se dan varias manos), pero el resultado no deja de tener su gracia.

 (Luego, con un algodón o un pincel mojados en agua, se saca parte de ese color en los lugares oportunos, y el resultado final de semejantes manejos simularán tenues nubes en el cielo…)

 Esto se suele llevar a cabo con acuarelas y pinceles, aunque cualquier tinta soluble en agua sirve, como las que se utilizan en pastelería para teñir las tartas, e incluso las de los rotuladores (las que tienen dentro), una vez diluidas y aplicadas con trozos de algodón; eso sí, con bastante agua.

La tercera de las técnicas que se pueden aplicar a la pintura de fotos es la que hace uso de espráis y aerógrafos. Para ello se salvan con cartulinas recortadas las zonas que no queramos pintar, y aplicamos suavemente y a distancia la pintura sobre el resto, manera de la que se pueden conseguir perfectos degradados y transparencias Los que dominan esta habilidad consiguen algunos efectos fantásticos.

Y, por supuesto, se pueden superponer varias de estas formas de pintar sobre la superficie de una misma fotografía. Una vez iluminada (ya sea con tintas, acuarelas, ceras, etc.), a continuación se realzan las líneas con lápices o rotuladores, lo que suele dar bastante relieve y entidad a la foto acabada.

Lo dicho hasta aquí se puede aplicar a cualquier tipo de superficie, brillante o mate, pero los resultados más correctos, en mi opinión, se consiguen trabajando con ceras y lápices de colores sobre superficies mates (puesto que esta técnica no funciona en las brillantes).

Un detalle fundamental que hay que advertir de antemano, es que las fotos coloreadas quedan mucho mejor si la copia sobre la que se trabaja está previamente virada en sepia, y aún mejor si es de acabado mate y resulta suave a la vista. Sobre esta clase de fotografías, trabajando con goma de borrar, ceras y lápices de colores, y emborronando frecuentemente los trazos con los dedos, se pueden conseguir resultados realmente curiosos.

El motivo de que las fotos viradas (marrones o, mejor, amarillentas) sean más adecuadas para pintarlas una vez acabadas, deriva de lo que en pintura se llama entonación. Si usted ha observado alguna vez un pintor en plena faena, habrá advertido que sobre la paleta no ha extendido un arco iris de colores, sino que se limita a dos o tres básicos (suelen ser blancos, tierras, algún azul…), y con ellos, a fuerza de mezclas, consigue casi todos los matices que la escena requiere. En una fotografía sucede lo mismo. Si con rotuladores de colores vivos nos entretenemos en iluminar una foto en blanco y negro, lo que al final tendremos será una confusión de tonos chillones que resultará desagradable a la vista. Podrá parecer armónica en alguna ocasión, pero eso sólo sucederá muy de vez en cuando y por casualidad. Para evitarlo, lo mejor es partir de un original que ya tenga un color de fondo, como son las fotos sepias, cuyo tono general cálido nos obliga a adaptar a él los colores. Sobre una de ellas quedan muy bien los amarillos, los rosáceos, los verdes…, en especial los tonos suaves.

¿Quiere esto decir que hay que rechazar lo diametralmente opuesto? De ninguna manera, pues con colores vivos también se pueden conseguir magníficos resultados, aunque sea más difícil y haya que acudir a las reglas de entonación de color, que se pueden consultar en manuales y, por supuesto, en Internet.

¿Y qué ocurre, por tratarlo todo, si una vez mediada la sesión de pintura queremos eliminar esta? Las acuarelas, tanto en acabado brillo como mate, no presentan problemas, pues basta con lavar la foto con agua hasta que los colores desaparezcan, y luego dejarla secar. Los lápices y las ceras se limpian con goma de borrar (de las fotos mates), y prácticamente no dejan rastros, pero de los trazos de otros marcadores, como rotuladores de colores oscuros, en especial si la tinta es concentrada y las líneas gruesas, cuesta más deshacerse. Los trazos de rotuladores que utilizan algún disolvente orgánico como diluyente (los que huelen), suelen desaparecer si se los frota con un algodón impregnado en alcohol, aunque pueden dejar marcas, y los rasgos de plumas y plumillas, y también los de rotring, no se pueden quitar de ninguna manera, y además rayan las fotos. En último caso se desecha la copia, se hace otra y se vuelve a empezar.

 

Si el lector quiere ver algunas de esas fotos pintadas, puede ir a esta dirección, en donde hay unas cuantas:

https://docs.google.com/presentation/d/1GAgQzPKCVdz8rDSSNjiFXx8P1qg3KAQxL-NSW4T3JWI/

 


 

RETOQUES

Un aspecto de la pintura sobre copias fotográficas es la que atañe a los retoques. En ocasiones, por mucho cuidado que pongamos, es inevitable que los negativos se manchen o estropeen, lo que se debe a multitud de causas. Por ejemplo, suciedad, tierra, partículas en suspensión, etc., que vienen en el agua del lavado; o también, polvo que se queda pegado a la emulsión durante el secado, o incluso daños mecánicos (rayaduras, etc.) que se producen durante su manipulación o debidos a un almacenaje inadecuado.

Cuando se amplían estos negativos los defectos se aumentan prodigiosamente, y a veces nos encontramos con copias que presentan un aspecto lamentable: un rayón por aquí, un montón de puntos blancos por allá… Para corregir estos defectos se recurre a los retoques.

Retocar una foto consiste en pintar sobre su superficie puntos y líneas que disimulen estas imperfecciones, lo que se consigue de dos maneras.

Si el acabado es brillante hemos de recurrir a rotuladores de agua y color gris (son los mejores) para disimular las faltas de color blanco. Los rotuladores deben ser finos, incluso muy finos, y preferiblemente algo gastados, pues es preferible dar varias manos a los defectos en cuestión e ir observando lo que sucede, que intentarlo de un solo trazo, que nunca igualará con lo que le rodea.

Si los puntos y rayas que vemos son negros u oscuros sobre fondo claro (caso de las rayaduras en la emulsión), se retocan peor, pero también puede hacerse con ayuda de unas acuarelas de diferentes densidades de gris que, expresamente para ello, venden en las tiendas de fotografía. Se aplican con agua y pinceles muy finos, y si ponemos el debido tesón y cuidado, en seguida conseguiremos resultados aceptables.

Si lo que tenemos que retocar son fotos de acabado mate, lo tenemos más fácil, pues basta con un simple lápiz (mejor blando), una goma de borrar, una cierta habilidad y bastante paciencia para deshacernos de cuanta manchita blanca se presente ante nuestros ojos. Las oscuras sobre fondo claro son otro cantar, y para eliminarlas hay que utilizar las acuarelas citadas.

Si las copias que tenemos que retocar están viradas, ya sea en un color u otro, como es lógico deberemos utilizar pinturas o lápices que igualen ese color, pero esto es fácil de hacer y no exige otra cosa –como ya se ha dicho– que paciencia, mucha paciencia. De esta forma, y si se pone suficiente empeño, ¡a lo mejor hasta nos convertimos en artistas del retoque!

 


 

CAPÍTULO 6

FINAL

Aquí acabamos esta historia. Hemos aprendido varias cosas y voy a repetir las más importantes, a saber:

1/ Revele los negativos con todo cuidado, son sus originales, y no se olvide de hacer la prueba de la gota cada vez que revele uno; de lo contrario, lo lamentará.

2/ No manipule los negativos en vano. Manténgalos siempre en sus fundas, estas en cajas, y todo ello guardado lo mejor posible. Así le durarán más. Si quiere ver fotos, o buscar alguna determinada, utilice sólo las hojas de contactos.

3/ Numere y feche los negativos y contactos para ejercer un control lógico sobre el archivo.

4/ Haga todo tipo de pruebas al hacer copias. Más vale dedicar una hoja de cada sobre a ello, que perder medio sobre por no hacerlo; sale mucho más barato y aprenderá antes.

5/ Las copias acabadas se pueden virar a multitud de tonos, e incluso pintar, con lo que sus amistades quedarán impresionadas.

6/ Diviértase. Si se aburre, o todo esto le parece muy complicado y farragoso, cambie de actividad.

 

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO; capítulo 5,1

04 viernes Mar 2016

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fotografía en blanco y negro, virado azul, virado sepia, viradores, virados

CAPÍTULO 5,1

OTRAS MANIPULACIONES (POSTERIORES) SOBRE LAS COPIAS YA ACABADAS:

VIRADOS


 

LOS VIRADOS

Se dice que se vira una foto en blanco y negro cuando se cambia el color negro (y gris, por lo tanto; los blancos permanecen inalterados) por otro a nuestra elección, siempre dentro de las limitaciones que determinan estos productos químicos. No hay una paleta continua sino que hay que atenerse a varios colores básicos, pero si se sabe hacer, se pueden conseguir muchas tonalidades diferentes.

Los viradores, en principio, no sólo no estropean las fotos o disminuyen su vida, sino todo lo contrario. Si se quiere conservar eternamente una fotografía, lo mejor es virarla a fondo con un virador sepia (de sulfuro de sodio) o de selenio. Sin embargo, para conseguir los mejores resultados visuales es preferible no hacerlo a fondo sino sólo de una manera parcial. De esta forma las copias quedan algo inestables pero el resultado es mucho más artístico y, ¿a quién le interesa ver la misma foto durante más de 20 años? Además, y como venimos diciendo a lo largo de este escrito, si el negativo está bien revelado, fijado y lavado, siempre lo tendrá disponible para hacer una nueva copia.

 

VIRADOR SEPIA

El virado por antonomasia es el virado sepia. Es el de las fotos que llamamos antiguas, aunque en muchos casos este efecto no se debe a ningún virado sino a deficientes lavados, sumado a que han pasado muchos años, y las fotos mal lavadas amarillean con el tiempo. Con él se consigue colorear los grises de tonos que van del marrón al amarillo, dependiendo de la concentración del virador. (Virador, en el virado sepia, es el segundo líquido; al primero de los que vamos a usar le llamamos blanqueador). En el mercado existen ya preparaciones específicas para ello. El virador sepia más común es de la marca Tetenal. Las soluciones de trabajo, es decir, los líquidos ya diluidos, pueden guardarse durante mucho tiempo y reutilizarse hasta que se agoten, en cuyo caso se añade más concentrado a lo que ya tenemos, o se tiran y se prepara otro.

Este proceso se efectúa a plena luz (lo que es de agradecer porque la luz roja, a la larga, cansa bastante), al lado de un grifo (en un fregadero, por ejemplo) porque continuamente hay que lavar las copias, y sólo con dos cubetas. Utilice para el blanqueador (es un líquido amarillo) la que habitualmente usa para el revelador, y para el virador (líquido transparente y maloliente, aunque no es venenoso en absoluto) la que usa para el baño de paro.

Para conseguir los mejores resultados, diluya el blanqueador mucho más de lo que dice el folleto de instrucciones. Por ejemplo, 50 partes de agua por cada una de líquido concentrado. (En este caso para hacer un litro de blanqueador sólo necesitará 20 cc de concentrado; use la probeta para medirlo). Prepare una botella para poder guardarlo y rotúlela como Virador 1. Eche el líquido en la cubeta rotulada como rev, es decir, la que utiliza habitualmente para el revelador de papel. Observará que es un líquido amarillo, y –esto se lo digo yo– evite meter los dedos en él; si los tiene que meter tampoco pasa nada, pero evítelo en la medida de lo posible; utilice las pinzas para meter y sacar las fotos. Y no olvide que estos frascos, y todos los demás, deben estar fuera del alcance de los niños.

Diluya el segundo líquido (en la botella suele poner toner) en una proporción similar o aún menor; digamos, 10 cc para un litro de agua. Prepare otra botella y rotúlela como Virador 2. Este líquido huele acusadamente a huevos podridos (lógico, puesto que se trata de sulfuro de sodio), pero no es malo para la piel sino todo lo contrario; de hecho, en algunos balnearios para afecciones cutáneas hay piscinas de aguas sulfuradas que están llenas precisamente de él. Échelo en la cubeta rotulada como paro (la del baño de paro) y proceda.

 

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Foto en blanco y negro para ser virada

BLANQUEADO

Se sumerge la copia a virar (da igual que esté seca o mojada) en el primero de los líquidos, el de color amarillo. Al principio no sucede nada, pero luego observamos que la foto se va, poco a poco, blanqueando. (La velocidad de esta parte del proceso depende sobre todo de la concentración del líquido; debe tardar de 3 a 5 minutos, y si se blanquea excesivamente rápido los resultados finales no son tan buenos). Va perdiendo tonos; primero los grises más tenues, luego los medios (que en vez de desaparecer se convierten en pardos), y por fin ataca al negro. Si se deja continuar el proceso la foto se borra del todo, lo cuál es fatal para el resultado último.

Si el blanqueador está recién hecho, es decir, es muy activo, el proceso de borrado (blanqueado) se produce de manera rápida, y ante ello hay que estar prevenido.

Esto es importante: no se debe dejar que la copia se blanquee del todo, sino que antes de que comience a actuar sobre las zonas negras es preciso interrumpir el proceso, lo que se consigue sacándola de la cubeta y pasándola por agua corriente. Esto es cuestión de segundos, pues basta con colocarla debajo del agua del grifo hasta que desaparezca por ambas caras el color amarillo del líquido.

 

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La misma foto tras ser blanqueada

VIRADO: CONSIDERACIONES PREVIAS

Ahora la copia está blanqueada y, por lo tanto, preparada para ser virada, lo que se consigue introduciéndola en el segundo líquido, que ya tendrá en la cubeta rotulada como paro…, pero cuidado.

Antes de hacerlo lea estas líneas, porque de repente todos los tonos que habían desaparecido en el blanqueador van a aparecer de nuevo como por arte de magia, sólo que de diversos matices y tonalidades, algo entre marrón oscuro y amarillento dependiendo de varios factores:

1/ la concentración de este segundo líquido (el virador o toner), y

2/ la cantidad de revelado que tuviera la copia antes de ser blanqueada, cantidad que a su vez depende de otros dos factores, a saber:

1/ el tiempo de exposición que tuvo la copia bajo la luz de la ampliadora, combinado con

2/ el tiempo de revelado, o sea, el tiempo que ha estado revelándose en la cubeta del revelador.

 (Habría que hacer mención también de la concentración, de la temperatura e incluso de la clase de revelador, puesto que hay reveladores más o menos duros. Sin embargo, con objeto de simplificar supongamos que ha usado usted Neutol o cualquier otro revelador común, y que la concentración ha sido la usual: 12 partes de agua por 1 de Neutol concentrado).

 

Los valores para estas variables –tiempo de exposición y tiempo de revelado cuando se hizo la copia– que dan tonos más agradables a las copias al ser viradas (más amarillentos, pero esto es cuestión de gustos) podrían ser:

un poco más del tiempo correcto de exposición para que la foto en blanco y negro saliera bien equilibrada de grises (si este valor fuera de 10 segundos habría que darle 15, más o menos),

y algo menos del tiempo correcto sumergida en el revelador. Si lo habitual es tenerlas en este líquido (el revelador) de 3 a 4 minutos, convendría mantenerlas en él tan sólo de 2 a 3, teniendo en cuenta siempre que tras el revelado los negros deben aparecer como negros (lo que en términos fotográficos se expresa como que los negros deben haberse cerrado), y no como grises oscuros. Si no, al blanquear antes de virar perderá mucho contraste, efecto indeseable.

Y debemos añadir, respecto a qué clase de fotos son las que quedan mejor una vez viradas, que para conseguir mejores tonos finales se debe usar papel con un grado de contraste mayor que el que usaría si la foto no se fuera a virar; es decir, si la foto queda bien en blanco y negro con papel de grado 2 de contraste –por ejemplo–, para conseguir los mejores resultados tras el virado, cópiela en papel de grado 3.

 

Los párrafos anteriores, que habrán aterrado a más de uno (o de una), son absolutamente literales. Si algo se aprende cuando uno vira sus copias es que este proceso es, aparentemente, incontrolable. Puede usted repetir una foto determinada y controlar de una forma exhaustiva todas las variables…

(siempre el mismo papel; el mismo tamaño; el mismo revelador a la misma concentración y la misma temperatura; el mismo tiempo de exposición y el mismo de revelado, etc., etc., etc.)

… y descubrirá que, tras virarlas, NO son exactamente iguales. Esto se debe a que en la práctica es imposible controlar todos estos valores al cien por cien, dándose siempre pequeñas variaciones en ellos, aparte del hecho de que la concentración de este segundo líquido (el primero, el blanqueador, influye poco) también afecta al resultado final, pues se da la circunstancia de que según vamos virando copias la concentración va disminuyendo, puesto que metemos en él copias mojadas, o lo que es lo mismo, añadimos agua.

 

VIRADO PROPIAMENTE DICHO

Como puede que esté usted a punto de tirar la toalla y dejar los virados por imposibles, haremos caso omiso de todas las consideraciones anteriores, por lo menos de momento, y pasaremos al terreno práctico.

Sumerja la copia ya blanqueada en el líquido maloliente y observe qué sucede. Los tonos que habían desaparecido aparecen en colores parecidos al marrón, más o menos oscuros dependiendo de si los grises de que derivan eran más o menos oscuros. Cuando le guste su aspecto apresúrese a sacarla del líquido y póngala debajo del chorro de agua porque el proceso no se corta de golpe; en este sentido, es recomendable sacarla un poco antes, pero esto es ya cuestión de práctica. Lávela hasta que el olor a sulfuro de sodio desaparezca (un minuto o dos).

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Virada a fondo (los tonos marrones suelen tirar a rojizos).

Si los resultados le parecen buenos ha acertado, pero si le parece que ha quedado demasiado oscura, o los tonos marrones demasiado marrones, que suele ser lo que más a menudo sucede, puede rebajar la concentración de este líquido añadiendo agua por el procedimiento más fácil y rápido: poner la cubeta debajo del grifo durante un momento. De esta forma, el proceso será más lento y manejable y las siguientes que vire quedarán más suaves.

A continuación vire otra copia y compare. Probablemente los marrones ya no son tan densos, e incluso es posible que consiga algún semitono (zonas de las fotografías en donde algún gris se ha convertido en un tono plano), que resultan muy agradables a la vista…

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Virada con el virador más diluido. Obsérvese que queda más amarillenta

Y esta es toda la mecánica del virado sepia. Como se ve, en realidad es muy sencillo y las copias mejoran su apariencia notablemente (en algunos casos, no en todos: hay fotos que están mucho mejor en blanco y negro). Sin embargo, y esto lo descubrirá usted mismo en cuanto coja un poco de práctica en semejantes menesteres, los mejores resultados se alcanzan con el tiempo. Experimente con estos líquidos cambiando sus concentraciones y vire fotos de diferentes densidades, muy oscuras o muy claras, muy reveladas o, a la inversa, muy poco reveladas. Observará que los resultados son totalmente diferentes en unos casos y en otros.

 

VIRADOR AZUL

Sin embargo, no todos los viradores son sepias. También hay, como más accesibles, el virador azul, que torna azules las fotos, y el virador oro, que da tonos rosáceos e incluso rojizos, y lo que es más, que se pueden mezclar entre ellos. Esto de las mezclas es muy interesante y se consiguen resultados sumamente curiosos, pero lo dejaremos para el final. Hablemos ahora del virador azul.

Esta clase de virado también está disponible en el mercado. Se prepara según las instrucciones adjuntas pero conviene diluirlo más (añadir más agua) que lo que dice el prospecto. Una solución de trabajo interesante (me refiero al virador azul de la marca Tetenal) podría ser la conseguida con 400 cc de agua y 25 cc de cada frasco que viene en el envase; como los frascos son tres tendremos 475 cc (casi medio litro) de solución, cantidad suficiente para trabajar en cubeta. La solución de trabajo se puede guardar en una botella rotulada (para saber qué es, aunque su aspecto es inconfundible porque, aunque al principio es amarilla, como el blanqueador del sepia, en seguida se vuelve azul) y usarla varias veces, aunque no dura mucho tiempo en buenas condiciones.

Es un virado de un solo baño y también se hace a plena luz. No obstante, un blanqueado final con el blanqueador del virador sepia (el líquido amarillo) conseguirá sacar azules mucho más interesantes. Este virador (el azul) mancha mucho las cubetas, pero dado que lo que mejor disuelve estas manchas es el fijador común y corriente, utilice esta cubeta para ello; así, las posibles manchas desaparecerán cada vez que eche fijador en ella.

El procedimiento podría ser algo así: prepare el líquido, échelo en la cubeta que use para el fijador y sumerja la foto. Este líquido tarda en actuar, dependiendo de su concentración, entre 2 y 5 minutos. Cuando vea que se ha alcanzado la tonalidad deseada, porque el efecto es progresivo, saque la foto y lávela con abundante agua (fría) hasta que las zonas blancas estén totalmente blancas. Observará que las zonas negras siguen negras pero con un cierto fondo azul muy oscuro, y que lo que antes eran grises son ahora diversos tonos azules.

La copia, así, está acabada, pero, como decíamos antes, puede ahora efectuar una segunda parte del proceso que no está en el programa, esto es, que no viene descrita en el folleto de instrucciones, y que consiste en rebajar los azules metiendo la copia azul, una vez bien lavada (de 5 a 10 minutos con el grifo corriendo), en el blanqueador, que es el primer líquido del virador sepia. El efecto que pretendemos conseguir es ir eliminando progresivamente parte de los tonos oscuros que habrán quedado debajo, por lo que los azules se vuelven mucho más intensos, pero cuidado, no se pase de tiempo, porque si rebaja en exceso la copia, los negros dejarán de serlo, y este es el peor efecto.

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Virada en azul.

El inconveniente de hacer esto es que la copia resultante queda algo inestable, es decir, puede cambiar espontáneamente con el tiempo, la luz ambiente y el aire, que la oxida. Si la coloca en algún lugar en el que la dé el sol, es posible que con el tiempo le salgan ciertas manchas de color marrón, pero dado que en general las fotos no deben ponerse al sol (se acaban borrando, entre otros efectos indeseables), este sería un inconveniente menor.

Cuando este virador envejece hace muchos posos y pierde bastante actividad, aparte de manchar indiscriminadamente las fotos de azul puesto que mancha los blancos (recordemos que los viradores sólo actúan sobre las zonas grises o negras), manchas que suelen desaparecer tras un lavado un tanto prolongado. Cuando esto suceda es mejor desechar el líquido y hacer uno nuevo.

 

VIRADOR ORO

El último virador de que trataremos es el virador oro, goldtoner o virador de selenio, que de todas estas formas se le conoce. Como dijimos, proporciona tonos de rosa a rojo intenso, según el tiempo que mantengamos la copia en el baño. Es un virador de un solo baño, pero tiene la peculiaridad, a veces incómoda, de que sólo actúa sobre fotos ya viradas a sepia, y no sobre copias en blanco y negro. Esto es, si tenemos una copia virada en sepia y la sumergimos en este baño, sus diversos tonos amarillento-marrones irán cambiando a rosáceos y rojizos. El resultado a veces es muy bello pero, por el contrario, es caro y la solución se degrada demasiado rápidamente para lo que nos gustaría dado su precio. Cuando ya no actúa lo único que podemos hacer es tirarle y comprar otro.

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Virado rosa, o goldtoner.

 

MEZCLAS

Hablaremos ahora de algunas mezclas que se pueden conseguir con estos tres viradores, sepia, azul y oro. La más inmediata es la de azul y sepia. Para conseguir fotos que contengan los dos colores siga estos pasos.

1/ Disponga las tres cubetas. En la rotulada como rev eche el blanqueador. En la que ponga paro el virador sepia (el toner), y en la restante, la del fijador, la solución de virador azul.

2/ Blanquee la copia sumergiéndola en el blanqueador, pero no la blanquee demasiado. Los negros deben quedar negros, y los grises medios deben casi borrarse.

3/ Lávela hasta que se quite el color amarillo por ambas caras (unos segundos).

4/ Sumérjala en el virador azul hasta que el azul sea más bien fuerte.

5/ Vuelva a lavarla (esta vez mucho más tiempo; unos 5 minutos) hasta que los blancos vuelvan a estar blancos.

6/ Sumérjala en la cubeta del virador sepia y ponga atención a lo que sucede, porque si la deja mucho tiempo el azul desaparece y acaba por quedar como un virado sepia normal y corriente. Se debe sacar cuando algunos marrones han aparecido (quizá como tonos amarillentos) pero el azul sigue estando presente. Es normal que en muchos casos ese azul tire a verde, debido a que se superponen los tonos amarillentos. Para evitarlo debería cambiar o tiempos de virado o concentraciones, pero la mejor regla es la experimentación. Por lo tanto, en esto como en todo, experimente y no se conforme con los primeros resultados; para hacer pruebas, sobre todo las primeras, puede utilizar trozos de fotos y no ampliaciones que estén perfectas, que podrían llegar a estropearse.

7/ Por último, lávela 1 o 2 minutos más hasta que desaparezca el olor a sulfuro de sodio. Ahora ya puede escurrirla y dejarla secar.

Si aún quiere añadir una etapa más a todo lo anterior, puede hacerlo. Una de estas fotos sepias y azules puede convertirla en rosa y azul por el expeditivo método de sumergirla, una vez efectuado el lavado final, en el virador oro. Los tonos sepias cambiarán a rosáceos, mientras que el azul debe permanecer igual. Una vez conseguidos los tonos deseados deberá volver a lavarla, y una vez seca queda como la que se ve a continuación.

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NOTA ÚLTIMA

Existen igualmente en el mercado diversidad de productos para virar las fotos a cualquier color que se desee. No son propiamente viradores, palabra reservada a cambios puramente químicos…

(el motivo de que las fotos se vuelvan marrones con el virador sepia es que, durante el proceso, la plata metálica de la emulsión, que es negra, se convierte en sulfuro de plata, que es marrón),

… sino más bien tintes, y los resultados suelen ser algo inestables. Una diferencia fundamental entre viradores y tintes consiste en que los primeros no alteran los blancos, y muy poco las luces (zonas claras de la imagen), mientras que los tintes atacan a la fotografía completa, tiñendo tanto luces como sombras, lo que en algunos casos puede resultar un efecto indeseable.

No obstante, puede también experimentar con ellos, pues es posible que consiga resultados que le sorprendan…, como nos sucedió en una ocasión en que un grupo de amigos llevábamos a cabo una de estas sesiones. Aburridos al comprobar que una de las copias se resistía a nuestros manejos, y no parecía que fuéramos a conseguir ningún resultado interesante de ella, alguien le arrojó encima el contenido de su vaso (whiski con agua), tras lo que vimos que variaba su tonalidad muy sutilmente a unos azules y rosas que a todos sorprendieron. Creo recordar que esa copia, que era grande (de 50 por 60 cm), estuvo durante varios años adornando alguna pared de uno de los lugares que frecuentábamos.


Y por hoy no hay más, aunque aún nos queda un último capítulo, el dedicado a los manejos que convertirán las fotos en blanco y negro en fotos de extraño color, o lo que es lo mismo, las fotos pintadas, que la cosa tiene su aquel.

CURSILLO SOBRE FOTOGRAFÍA QUÍMICA EN BLANCO Y NEGRO; capítulo 4,3

17 miércoles Feb 2016

Posted by camargorain in blanco y negro, fotografía

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Etiquetas

base de datos, blanco y negro, copias de contacto, fotografía, organización de archivo

CAPÍTULO 4,3

COPIAS DE CONTACTO

Hasta aquí hemos hablado de cómo es la mecánica de revelado del papel fotográfico, lo que atañe al proceso en sí y a los líquidos que se utilizan, pero la primera tarea que se debería llevar a cabo, incluso antes de ponerse a positivar ampliaciones de cierto tamaño, es la de hacer copias de contacto de los negativos listos para su uso. Es decir, tras tener los negativos revelados, fijados, lavados, secos y metidos en los archivadores, es muy conveniente hacer copias de contacto de ellos. ¿Por qué? Porque es la forma de ver qué hay allí sin necesidad de manipular los propios negativos, que, como ya se dijo, se rayan de mirarlos.

Lo único que tiene valor en blanco y negro son los negativos, puesto que si estos están en buen estado podrá hacer copias de ellos en papel indefinidamente. Como son muy delicados, los negativos son intocables y no se deben manipular en vano; sólo se deben utilizar para hacer copias con la ampliadora. Por ello, para saber qué hay en esos negativos sin necesidad de andarlos manoseando y sacando de sus fundas, es por lo que es muy conveniente hacer esas copias de contacto.

Copiar por contacto, como su nombre dice, consiste en conseguir copias positivas en papel por contacto, o lo que es lo mismo, colocando el negativo directamente sobre la hoja de papel y proyectando luz sobre ello. Como es lógico, si revelamos ese papel de la manera habitual, conseguiremos una copia del mismo tamaño del negativo (24 por 36 mm.), pero positiva. Es decir, veremos la foto con sus blancos, negros y grises reales, y no invertidos, como sucede en los negativos.

A la hora de buscar determinadas fotos, o a la hora de determinar cuál es el mejor de una serie de retratos o de paisajes, resulta mucho más fácil hacerlo con estas copias de contacto y una lupa de las que a tal efecto existen. A continuación se puede ver cómo queda una de estas hojas de contacto hecha en una prensa Paterson.

hoja de contactos 1

En la práctica, lo que se hace es usar hojas de 24 por 30 cmts., y sobre cada hoja colocar alineadas todas las tiras de un carrete, que pueden ser 6 o 7, si el carrete es de 36 fotos. (Deberían ser 6, pero a veces y dependiendo cómo se cargue el carrete en la máquina salen 37 o 38, y habrá un trozo de tira más. Por supuesto, si usted usa carretes de 20 o de 24 exposiciones tendrá que adaptarse a ello y usar otros tamaños de papel, pero esto ya es cuestión de gustos y preferencias).

El proceso es sencillo, pero como se trata de revelar hojas de papel fotográfico, lea usted en el capítulo 3 la parte dedicada a estos menesteres, que lleva por título Revelado del papel.

Se trabaja con luz roja y encima del tablero de la ampliadora. Vamos a suponer que usted tiene un carrete de 36 fotos, cortado en tiras de 6, y va a hacer contactos.

Necesitamos un cristal un poco mayor que la hoja de 24 por 30, con los bordes biselados (para no cortarse los dedos al manejarlo) y algo grueso, esto es, que pese un poco, porque a veces los negativos tienden a abarquillarse y es fundamental que estén en pleno contacto con la hoja de papel. El cristal debe ser totalmente transparente, no mate o antireflejos ni que tenga ningún tipo de trama. Igualmente debe estar impoluto, pues toda la suciedad saldría luego en la copia; por lo tanto, límpielo antes de usarlo.

SE APAGA LA LUZ BLANCA Y SE ENCIENDE LA ROJA

Se coloca una hoja de 24 por 30 cm en el tablero. La luz de la ampliadora debe iluminarla uniformemente, y se debe dejar suficiente margen a los lados y arriba y abajo. (Esto, como es lógico, se hace con el filtro rojo de la ampliadora puesto, pues si proyectara luz blanca sobre el papel, este se estropearía).

Se alinean cuidadosamente y poniéndolas en orden, que para eso está la numeración de los bordes, las tiras del negativo sobre el papel, y una vez todo bien dispuesto, se coloca encima el cristal. Se quita el filtro rojo de la ampliadora durante los segundos necesarios (es decir, se expone el papel) y se apaga la luz de la ampliadora o se vuelve a poner el filtro rojo. Con esto hemos expuesto la hoja de papel.

Se levanta el cristal, las tiras de negativos se devuelven a sus fundas, y la hoja se revela normalmente, es decir, tal y como se explica en páginas anteriores.

Si usted se está preguntando cuántos segundos son necesarios de exposición, la respuesta es clara: haga pruebas. Corte un trozo de papel de la misma clase del que vaya a usar y haga un trozo de contacto de algún negativo que tenga una densidad media, esto es, que no sea ni el más opaco ni el más transparente del carrete. Dele, por ejemplo, 10 segundos. Revele este trozo normalmente y juzgue. Si es necesario haga más pruebas hasta dar con la exposición adecuada. (De las pruebas se ha hablado ampliamente antes, en la parte dedicada a revelar ampliaciones).

Una alternativa que vale la pena considerar, por la limpieza que supone y el buen efecto que produce, es la utilización de alguna prensa de contactos de las que hay en el mercado; la Paterson, por ejemplo. Con ella, en cuanto se le coge el tranquillo, se trabaja muy rápidamente y las hojas de contacto pasan a ser objetos muchos más serios que si se trabaja con un simple cristal. Además, por su misma mecánica, desaparecen posibles problemas de abarquillamiento y la prensa produce espacios para escribir fechas, números –el número de la hoja, como es lógico, debe ser el mismo que el de su correspondiente negativo– y otros datos, que es fundamental para ordenarlas.

En relación con los contactos se puede añadir, ahora que sabemos qué son y cómo se hacen, que su utilidad es grande. Si usted sólo tiene diez o doce negativos y no piensa hacer más, es claro que no le van a servir de mucho, pero si pretende hacer un archivo en condiciones y tener una cierta continuidad en estos asuntos, necesita una forma lógica de archivar. Cuando pasan los años y uno no se ha preocupado de sistematizar estas cosas, sucede que los negativos se acumulan sin ton ni son y nunca se sabe lo que se tiene y lo que no. Es decir, se ejerce poco o ningún control sobre el archivo en sí. Almacenar en cajas hojas de contactos numeradas y ordenadas correlativamente es la forma más económica de llevar un control sobre la cantidad de material archivado. Por ende, una hoja de contacto (un rollo) ocupa muy poco lugar, sobre todo dada la cantidad de información que contiene.

Las hojas de contactos, pese a que las fotos en ella impresas son pequeñas, se ven, hasta en su menor detalle, mucho mejor que a simple vista con una lupas específicas para estos menesteres (que se venden en las tiendas), o con cualquier otra.

Resumiendo se puede decir que,

1/ lo que se maneja habitualmente para buscar fotos, o simplemente verlas, son las hojas de contactos,

y 2/ que sólo a la hora de hacer copias se usan los negativos. Y ni que decir tiene que todo este sistema de archivo se puede aplicar de la misma manera a las fotos en color. (Hay laboratorios que hacen contactos de los negativos en color si se encargan.)

 


 

ORGANIZACIÓN DE UN ARCHIVO

La forma más lógica de ordenar un archivo de negativos (y de contactos, por lo tanto) es por alguno de los datos que de ellos apuntamos, ya sea el número, la fecha… Como resulta evidente, si los numeramos correlativamente en el tiempo, el negativo 3 será más antiguo que el 4, el 20 más antiguo que el 21 y así sucesivamente.

Para tener los materiales ordenados, esto debe hacerse con el material químico, ya sea en blanco y negro o en color, pero también con las fotos digitales.

Es cierto que la fecha y la hora de la foto (y otros parámetros que, a mi juicio, no interesan nada) se graban en el archivo automáticamente en el momento de disparar la cámara (en el caso de las digitales), e incluso hay aparatos que, haciendo uso del GPS, nos indican las coordenadas geográficas, pero lo realmente importante, esto es, quién o qué es lo retratado, son datos que deberemos introducir manualmente, como se ha hecho siempre. No hay nada más frustrante que buscar algo antiguo y no encontrarlo, y mira que es fácil ordenar, sobre todo si se cuenta con el ordenador.

En definitiva: todo debe estar ordenado y etiquetado, en especial si usamos la cámara (o el móvil) con frecuencia, y para ello doy una receta.


 

HACER UNA BASE DE DATOS

Que no se asuste nadie, pues no hablo de crear una base de datos completa y para la que se requieran conocimientos informáticos, sino de algo mucho más inmediato y evidente que está al alcance de cualquiera (aunque hace falta un ordenador).

A mi juicio, los datos más importantes a tener en cuenta a la hora de hacer una base de datos descriptiva de su archivo de fotos son cuatro:

1 – Número del rollo

2 – Fecha en que se hizo

3 – Personajes que aparecen en ese rollo

4 – Lugares en los que se tomaron las fotos que lo componen

 

Algunos fotógrafos apuntan también los datos técnicos, como cámara usada, número f:, exposición, longitud focal del objetivo, etc., pero desde mi particular punto de vista, esto es ocioso. Los únicos que vamos a necesitar en el futuro, a la hora de buscar fotos antiguas, son los nombres de las personas que allí aparecen, los lugares en que se tomó la foto y la fecha en que se hizo. La prueba de ello es que cuando uno se pregunta algo, no es, ¿qué fotos he hecho con un objetivo de 50 mm?, o ¿en qué fotos he dado exposiciones largas?…

Estas serían cuestiones muy especializadas que quizá en algún caso sean de utilidad, pero lo habitual es decirse a sí mismo: ¿qué fotos tengo en el archivo de fulano de tal…, o de la provincia de Salamanca?, por poner unos ejemplos. O también, ¿dónde andaba en la primavera del año 2000?

Y si sólo necesitamos estos 4 campos, no vale la pena hacer una base de datos clásica, sino que un simple archivo de Word nos puede servir.

En un renglón apuntamos el número del negativo, y a continuación la fecha y algunos datos raros que nos interese anotar. En la línea siguiente, los lugares que aparecen, y en la siguiente, los nombres de las personas. Esto sería lo referente a cada carrete (36 fotos), y para cada uno habría que repetir la operación. Un fragmento de lo que digo queda parecido a esto:

 

2957: 9,10-00 (leica) bodapablalve jomanchi barnoche pintada»la negra» platoscomida

2957 pablalve chitalve analain crisalve mercibañ isabellaguapa gonzalve gelogoac juanalve pacolain madredemanolain lucilain lucialve martpiri javiylle javiparr mariparr moncburg carlmart pablruba camarerokopa

 

2958: 10-00 casadeelvibuel arnia

2958 margbuel elvibuel ramogarc sergvill

 

2959: 10,11-00 arnia pintada»haycostopaki» jomanchi somocuevas casamikialba

2959 pamanes lechedelmilenio condeluna

2959 eldeljomanchi felicamp gentedeljomanchi rubejoma ramogarc brai margbuel juanalve mikialba begoñachachadechitalve martpiri maripiri javiylle emmafern luisagui anabana mariparr javiparr belealon elvibuel juanagui maramor

 

2960: 11-00 arnia mulata santanderurbana barflorida laola la 36=urros cielo…

2960 emmafern luisagui belealon margbuel javiparr mariparr belealon2 elvibuel2 elvibuel mujerdejosevill paulvill javiylle

(En las anotaciones anteriores se puede observar que se han utilizado claves para designar las personas y algunas cosas. Por ejemplo, alguien que se llame José García quedará inscrito como josegarc, cuatro primeras letras del nombre y cuatro primeras del apellido; esta clase de trucos ahorra mucho tiempo de escritura).

 

Luego, a la hora de buscar algo en ese archivo (de Word), basta con pulsar Ctrl+B, y en la pantalla subsiguiente introducir el texto fulano de tal. Si se inicia la búsqueda el programa nos irá mostrando sucesivamente las veces que tal cadena de texto aparece en el archivo, cada una en lugares en que, además, figura con la fecha, el lugar en que se hizo y el número del carrete. Basta entonces ir a los contactos almacenados para encontrar fácilmente esas fotos…, pero, ya digo, esto en el caso de que tengamos muchísimos originales, porque si sólo tenemos unos cuantos no vale la pena tomarse semejante trabajo.

Mi experiencia es la siguiente: cuando modernamente decidí poner orden informático en el archivo, pasé cinco meses viendo hojas de contactos y tecleando todo esos datos en un archivo de Word. Y cuando decidí digitalizar, no los datos, sino las imágenes (y no todas, sólo unas cien mil que me parecieron mejores, entre las que había infinidad de fotos entresacadas de los carretes en blanco y negro y multitud de diapositivas en varios formatos, aparte de los archivos de mi padre y de mi abuelo), estuve nueve meses sin parar.

¿Y para qué sirve todo esto?, parece la pregunta obligada. Pues para lo que digo, encontrar lo que se desee de manera rápida. Cada cual tiene sus manías, y la mía es la del orden, y si se tiene cerca de un millón de originales…

Por otra parte, muchísimas de esas fotos se pueden ver en Internet, unas aquí, otras allá… He puesto tal cantidad de ellas que he perdido la cuenta de dónde están, pero basta con escribir «camargo rain» en Google para que aparezcan centenares (algunas no son mías, como sucede siempre, pero la mayoría sí). Si alguien siente curiosidad, ahí las tiene.


 

Hasta aquí hemos tratado cuestiones puramente técnicas y relacionadas con la fotografía en blanco y negro, como son los procedimientos que nos llevarán a conseguir negativos bien revelados, copias (o ampliaciones) bien expuestas y hojas de contacto con las que formar un archivo lógico. ¡Ah!, pero queda una parte muy importante y que a todo el mundo suele divertir, como son la manipulaciones posteriores al proceso puramente químico, porque ¿hemos agotado aquí el tema? Ni muchísimo menos, ya que ahora, cuando tenemos las copias y ampliaciones en la mano, podemos seguir transformándolas. ¿Cómo? Muy sencillo: virándolas y pintándolas, lo que se hace con luz normal (desde este momento nos podemos olvidar de las luces de seguridad, que tan incómodas resultan para la vista y el cerebro).

Así pues, no se pierda el próximo capítulo, que aparecerá próximamente y en el que se hablará de los virados, la pintura y los retoques.

 

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